04/10/2024 - 19:00 - Librería Proteo

Presentación y club de lectura de Yo para ser feliz quiero un león de Karola Cosme, relatos. Con representación teatral y charla entre la autora y Héctor Márquez.

04/10/2024 - 19:00 - Librería Proteo - Plaza de Buenaventura, 2 - Málaga
Entrada libre hasta completar el aforo.

Se considera a sí misma “cuentista por defecto”. Es un ciclón de imaginación y creatividad y una estupenda escritora, sobre todo en distancias cortas. La malagueña Karola Cosme, psicopedagoga, maestra de educación infantil, profesora de inglés y de escritura creativa, actriz, redactora, creadora de contenidos y ganadora de varios premios de microrrelatos y cuentos cortos, ha publicado este año el libro de relatos Yo para ser feliz quiero un león (Ed. Milmadres) un libro estupendo, ilustrado con dibujos de Carlos Llabra, donde la fantasía extrema, el humor absurdo y ácido, la tradición de la moraleja final y el aprovechamiento de los recursos creativos del texto brillan con fuerza. Presentamos el libro el próximo viernes 4 de octubre (19h.) en El Tercer Piso de la que fue su librería, Librería Proteo en un formato donde mezclaremos el club de lectura, las representaciones teatrales de varios de sus relatos -En la salud y en la enfermedad, El odio de las cosas y El Corrillo- y la charla entre la autora y el director de ETP Héctor Márquez. Dentro del Ciclo Volver a las Librerías con el patrocinio de la Fundación Unicaja. Entrada libre.

YO, PARA SER FELIZ, QUIERO UN LEÓN

Niños invisibles con amigos visibles. Hombres felizmente casados que matan por descuido. Ancianas vaciadas. Esposas que arreglan con Dios el día de su muerte. Gente hipersticiosa. Maridos que beben leche materna. Suicidas interrumpidos. Evas hartas del Paraíso.

Leer Yo para ser feliz quiero un león es aceptar lo absurdo como animal de compañía, es atarse la verdad a la muñeca y llevarla con orgullo. Entre el delirio y la cordura, Karola Cosme desmenuza personajes de apariencia inocua para mezclarlos bien en la vida cotidiana y disimular así su sabiduría excelsa, su dolor crónico, sus obsesiones. Con un humor ácido y una sobredosis de ternura, logra —en esta colección de relatos— abrir unos cuantos interrogantes en la mente del lector. Todo ello aderezado con una pizca de ironía envuelta en un mensaje listo para llevar.

Si no tiene un león a mano, sea feliz igualmente dejándose caer en la realidad ingrávida de los mundos de K.C.

MICROTEATRO DE RELATOS DE KAROLA COSME EN EL TERCER PISO

Durante el acto se representarán tres cuentos de la autora. Serán «En la salud y en la enfermedad», «El odio de las cosas» y «El Corrillo». Los actores que los interpretarán son Antonio Soler, Mercedes Carreras, Carlos Pérez Torres, Marisol Mariscal, Mañé Varo y Esther Ruestes.

FRAGMENTOS DE CUENTOS DE K.C.

Estaba por dormirme cuando vi a un ladrón entrando por mi ventana. Me habría hecho el dormido, pero, como lo vi apoyar primero el pie izquierdo y soy muy supersticioso, no pude quedarme callado.

—Oiga, ¿sería tan amable de volver a entrar? Pero apoye primero el pie derecho, se lo pido por favor.

Yo había encendido la lámpara de la mesita de noche, y el ladrón, que seguía mudo del susto, me miraba en medio del dormitorio a través de un pasamontañas negro. Vestía un jersey de cuello alto, unos pantalones deportivos y unas zapatillas Nike. A la espalda llevaba una mochila. Todo negro. Aunque de poco le servía con la luz encendida. Su postura era tan estática que parecía estar jugando a las estatuas. Pestañeó.

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Gritan al unísono. El coche frena en seco, y el ciervo, un macho rojizo de doscientos kilos de plenitud, les lanza una mirada inquina desde la carretera; en lugar de salir corriendo, se queda ahí pasmado intentando averiguar con su cerebro de rumiante qué demonios es esa bestia metálica que lleva a dos humanos apresados en su interior: un hombre y una mujer.

El hombre, tras reconocer de forma efímera y mental que su grito ha sido claramente más afeminado que el de ella, añade un insulto gutural como remate expresivo antes de ser consciente de la situación. Ella, con la finura de un relojero, pone una mano sobre el brazo rígido de él, que sigue aferrado al volante como una de esas barras antirrobo para coches, y lo aprieta con ternura.

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Un matrimonio es atacado por un domingo de verano en su propio salón. Ella plancha en ropa interior, lleva un conjunto de color carne, gastado —como ella—, que la hace parecer desnuda cuando la luz la golpea. Él, recién afincado en el sofá, suda como un cerdo en celo mientras repasa detalle a detalle la foto enmarcada del día de su boda.

—Cariño, supongamos que se me complica la tarde y mato a alguien, ¿me ayudarías a enterrarle en el jardín? —dice él.

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