Lola Valle

Leyendo a María Zambrano

18/09/2025 - 19:00 - Librería Proteo

Presentación de Leyendo a María Zambrano (SAC Vélez-Málaga), de Lola Valle. Ensayo. Charla entre la autora y Héctor Márquez.

18/09/2025 - 19:00 - Librería Proteo - Pta. Buenaventura, 3 - Málaga
Entrada libre hasta completar el aforo.

Aunque según ciertos lugares comunes la obra de María Zambrano tiene fama de difícil, lo cierto es que probablemente sea una de las filósofas y escritoras más singulares e influyentes de la literatura contemporánea española. Y una guía fundamental en la obra de muchas mujeres. Prueba de ello es el libro Leyendo a María Zambrano que ha escrito la profesora de Literatura y escritora malagueña Lola Valle que presentaremos el próximo jueves 18 de septiembre a las 19 horas en el Tercer Piso de Librería Proteo. Este ensayo-antología, bellamente escrito, ha sido editado por la Sociedad Amigos de la Cultura de Vélez Málaga, ilustrado por el pintor Fernando Robles y prologado por Alicia Berenguer. Valle cuenta tanto el proceso tardío de deslumbramiento por la pensadora veleña como los vínculos y enseñanzas que hoy nos ofrece la autora de Claros del bosque. Lo presentaremos en una conversación entre Lola Vale y el director de El Tercer Piso Héctor Márquez. Con el patrocinio de Fundación Unicaja. Entrada Libre.

SINOPSIS

El título Leyendo a María Zambrano muestra, como nos dice la propia autora, un acto que está siendo, que no está acabado, pues lo que encontramos aquí no puede acabar mientras se siga viviendo, estando, siendo atrapada por el poder de la palabra que nace más adentro, más hacia el interior del ser, desde las entrañas.

Leer a María Zambrano, en la selección de textos y momentos que aparecen en esta obra, es leer a Lola Valle, su propia vida, un viaje al interior de su ser. Nos acercamos a una visión de la pensadora, pero llegamos al conocimiento de esta mujer que se nos muestra como una portavoz de la pensadora. Se relacionan momentos y sincronías, hasta el punto de que en algún lugar coinciden incluso los nombres de los familiares de ambas. Hay en estas páginas una interpretación personal de conceptos fundamentales de María Zambrano, como pueden ser la piedad, la Aurora, el escribir, el amor, la razón. Se da entre ambas una simbiosis, que podríamos calificar de prenatal.  No es casualidad que María nos diga en su escrito A modo de autobiografía: “después tengo, entre tantos inéditos, La aurora, dedicado a mi madre, y cuando a veces tengo que releer algún capitulo, algún escrito, aparece la aurora al final y es que, es verdad, al final, en todo lo que he escrito en todo lo que he vivido, aparece la aurora. Se diría que me gusta la noche que es el prólogo de la aurora”. Cuando Zambrano escribe sobre su madre lo que más recuerda de esta es su mano que la acoge y la “salva” a la salida del colegio. También Lola recordará las manos de su madre en su anterior libro, lleno de amor, lo que nos hace pensar que ya había llegado, aún sin saberlo del todo, a la razón poética, a reconocer el vínculo con la tierra a través de Las manos de su madre.

La autora, que ha subido montañas, ha practicado la meditación y el yoga, quizá para conocerse, ha ido más allá en un acto de valentía como es esta obra que tenemos entre las manos. Sirviéndose de María Zambrano, una guía privilegiada, hace una autoproclamación de su existencia quizá llegando a un reencuentro con lo sagrado, con lo originario. Un viaje al interior desde donde no puedes volver siendo la misma persona, pues ya, a través de estas palabras escritas, guardadas, las máscaras caen y dejan ver la luz de quien las muestra. Una Aurora que tiene lugar en el silencio y la soledad y se transmiten a través del sentir, de los sentires, sin pensar o quizá tras haberlo pensado mucho. Difícil tarea el “Conocerse a sí mismo” y más difícil el reconocerse.

En sus textos Lola Valle se transita a sí misma, en prosa poética o narración lírica. La autora cree que sus escritos son retazos que ha ido zurciendo a lo largo de algunos años, remiendos de una vida. Retazos hilvanados por las manos de su madre, por la voz interior de la naturaleza, por los sueños, por relatos orales, por una voz antigua que a veces la habita, por la Aurora de María Zambrano. Algunos fragmentos con connotación de literatura oral, cobran fuerza al ser leídos. Sus personajes, sin ser capaces de sujetarse a un género literario, no son más que criaturas reales o soñadas que piden la palabra para aliviar heridas, sanar, y abrir los ojos a la armonía plena, citando a Chantal Maillard” escribo para poder beber el agua envenenada”.

El libro está editado por Sociedad Amigos de la Cultura de Vélez Málaga, ilustrado por el pintor Fernando Robles y prologado por Alicia Berenguer.

Alicia Berenguer. Del prólogo de Leyendo a María Zambrano

‘Leyendo a María Zambrano’: Una obra que invita a profundizar en una misma.

Pregunta: ¿Cómo fueron los comienzos después de decidir escribir una obra sobre María Zambrano? 

Lola Valle: Este libro fue un encargo de la SAC de Vélez Málaga (a propuesta de María Victoria Naranjo), con la intención de acercar la lectura de María a más criaturas, con la intención, también, de acercar a la filósofa a los estudiantes. Durante meses estuve perpleja ante esta tarea, me sobrepasaba. En mi aturdimiento seguía leyendo a María y esperándola al alba. Recurrí entonces a un texto ya escrito: “Yo soy el corderillo” que formaba parte del libro publicado en 2022, Puente del Río Güi. Sin darme cuenta este texto unía a María Zambrano con mi gente; la espera de la aurora en la noche de María con la espera de mi padre de los primeros rayos de luz para ir a regar la siembra, descalzarse y salir de su oscuridad. Me doy cuenta ahora, Juana, al pensar en tu pregunta hasta qué punto ese libro, ese puente de los sueños estaba creando una acequia para acercarme a la pensadora veleña. Es como si “el encargo” ya hubiera estado en esos tres hombres que dormían la siesta y ensoñaban en el río Güi. Y, luego, como no salía de la turbación, y no escribía, propuse a las amigas compañeras dar un paseo por los lugares de María en Vélez Málaga. Las amigas me escucharon con el corazón, leímos todas las frases que, de diferentes libros, hay escritas en el suelo del Parque María Zambrano.   María nos estaba ofreciendo su amistad.

P: Edita el libro la Sociedad de Amigos de la Cultura (SAC). ¿Cómo nació esa sociedad y dónde está ubicado su centro? ¿Puedes explicar, un poco, a nuestros lectores qué actividades se realizan en dicha Sociedad?

LV: La Sociedad «Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga» es una asociación registrada en 2000 con el objetivo de promover la modernización y progreso cultural en la sociedad de Vélez-Málaga. Surgió en 1999 en conmemoración del tercer centenario del convento de Monjas Carmelitas Descalzas en la ciudad. Fue creada como respuesta a la necesidad de recaudar fondos para la reparación de las cubiertas del edificio conventual, a través de una comisión ciudadana llamada «Un tejado para las Carmelitas». La Asociación Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga tiene como objetivo principal el estudio, defensa y difusión del Patrimonio Histórico-Artístico de la ciudad. Además, fomenta actividades culturales, promueve la creación de museos, actúa como cauce para denunciar daños al Patrimonio Cultural, contribuye a la mejora de las bibliotecas, promueve el uso del Patrimonio Cultural como factor de desarrollo social y colabora con instituciones en temas culturales.

P: ¿Cuándo llegaste a María Zambrano?

LV. María Zambrano en una entrevista que le hace J.M. Ullán responde que conoció la aurora tarde pero que una vez conocida ella es de la aurora, yo también llego tarde a María como cuento en el libro, quizás no estaba preparada antes. No lo sé. Mendigaba la Luz, sin darme cuenta de la verdad que hay en la sombra, en la penumbra, que precede al amanecer. He llegado tarde a María, pero ahora soy de María como ella lo es de la aurora. Me he quedado prendida a su lectura porque en sus páginas me va diciendo quién soy, me va guiando hasta la esencia de mis entrañas: me siento mendiga y reina a la vez. Recuerdo a Edipo (que lo sabía todo menos quién era), en la incansable búsqueda de reconocerme, de saber quién soy. Y titulo el libro con el gerundio “leyendo” porque leer a María no se me puede acabar nunca. Es un regalo de la aurora.

P: ¿Qué similitudes ves entre tu vida y la de María Zambrano?

LV:  María Zambrano nació en 1904 en Vélez Málaga, yo en 1962 en El Morche (Torrox). Franco no había muerto. La misma luz mediterránea. Un limonero. Las mismas castañuelas como sonido. María dice que sus ancestros son del Sur, de la mar. De niña paseaba por las playas de Torre del Mar con sus padres, donde ahora vivo buscando su mar. En 1962 María y su hermana Araceli estaban exiliadas en Roma. En 1962 murieron en Vélez Málaga mi tío Antonio y su mujer Araceli, en una sociedad clasista en la que no les estaba permitido asistir al teatro del Carmen. De asma, murieron de asma, agarrándose a las paredes. En 1911 nacen Araceli Zambrano y mi tío Sebastián. Todos ellos ensoñaron, creyeron en la Segunda República. El ensueño les fue cercenado por un golpe de estado y una guerra incivil. El tiempo de María Zambrano no es mi tiempo, pero quizás la razón poética me permita que sí sea mi tiempo, porque fue el tiempo de mi gente, la ilusión de mi gente, la sangre de mi gente, el silencio de mi gente. Los míos me piden voz y la piedad de María, les concede el habla. Tampoco pertenecemos María y yo a la misma clase social: María es hija de maestros, su padre fue pedagogo; yo hija de campesinos, que ha sido maestra, gracias a las becas y a una linterna para leer a hurtadillas por la noche. Franco murió en 1975. En 1976 empecé el bachillerato en el instituto de Torrox, un año después publica María, Claros del bosque. Ambas conocimos el dulce de la caña de azúcar con las que criaban entonces y luego a niños y niñas. Se nos quedó en el paladar ese chupar la “cañadú”.

J.M.: La metáfora de la aurora, tan importante para María Zambrano como para ti, ¿es un despertar a la conciencia? Lo expresáis como un regalo. Podrías explicar a nuestros lectores de qué se trata. 

LV. Tú ya lo estás expresando de un modo claro. Podemos quitar la interrogante y afirmar que la aurora es un despertar a la conciencia. Hay que estar preparada para recibir un regalo, para entrañarlo. Creo que, conforme caminamos por esta entrevista, tú ya has recibido esta metáfora de la esperanza que es la aurora, la iluminación de una realidad oculta y profunda. La RAE define “aurora” como una luz sonrosada que precede inmediatamente a la salida del sol. María Zambrano la explica diciendo: “Qué inmensa soledad la del que no ha contemplado, ni siquiera por una sola vez la Aurora…Qué inmensa soledad sin aurora, qué desorientación”. Mi profesor de Filosofía, Juan Fernando Ortega Muñoz, decía que Zambrano era una filósofa auroral.

J.M.: En tu libro hablas de la amistad con Antonio Machado. ¿Qué significó para María Zambrano dicha amistad?

LV. Cuando el poeta Antonio Colinas, pregunta a María por Antonio Machado, ella no responde con teorías, sino que recita unos versos del poema Olivo del camino. Antonio Machado como María Zambrano revelan en su obra esa fusión del sentir y del pensar. ¿Quizás esto dé un significado a la amistad? La ciudad de Segovia en la que la familia Zambrano vive desde 1909 y a la que llega Machado en 1919 inicia una amistad, que Juan de la Cruz estaba esperando.

J.M.: En tu libro hablas del exilio de María Zambrano. ¿Con qué país fuera de España piensas qué María Zambrano estuvo más ligada y cuál es la razón de ello?

LV. Me cuesta contestar a esta pregunta, como a algunas anteriores, de manera asertiva, hay aún mucha obra de María Zambrano y sobre ella que no he leído; por esta razón el título de mi libro es “leyendo” porque estoy en este proceso que muestro. Cuando María llega a Cuba dice que ella ya había estado allí antes y que Cuba es su patria prenatal. Roma se me aparece como unos años luminosos (quizás por la Luz de la ciudad) para ella y su hermana. Años de amistad y tertulias en el Café Greco y el Café Rosati, de visitar iglesias, de caminatas por la vía Apia. Allí escribe su gran libro El hombre y lo divino. Le Crozet es ese lugar en el que creo que se queda prendida, pegada, como de niña le ocurrió con la golondrina. Aquí vuelve a ser naturaleza. Tengo intención de conocer el Jura el próximo agosto, buscar Los claros del bosque. España tardó mucho en reconocer a María. Finalmente, el Ayuntamiento de Vélez Málaga (siendo alcalde Juan Gámez) le ofrece una pensión vitalicia y María cede su legado para crear la Fundación María Zambrano que presidirá el profesor de Filosoía, Juan Fernando Ortega Muñoz.

J.M.: ¿Crees que las similitudes de las vidas de ambas han hecho que puedas hablar con mayor profundidad de los hechos acaecidos en la vida de ella y puedas entender mejor lo que sentía?

LV.  No sé si entiendo a María, o si simplemente hablo con ella cuando la mañana empieza a clarear porque en este momento de mi vida en el que empiezo a envejecer, necesito su guía, su coraje y su humildad. Yo, como María, soy una mujer sin hijos y como Diotima de Mantinea más que hija he sido huésped en esta tierra. Ahora no puedo vivir sin el diálogo con María, ella sabe de mis heridas, de tanto NO recibido y me calma, me reconcilia. Leerla es algo más que un ungüento. María quiso ser una caja de música y NO pudo ser; yo quise aprender a tocar la guitarra y NO pudo ser. Aprendo de María a transformar la carencia. Ella no fue caja de música y lo suple con la musicalidad de su voz, yo no sé cantar ni tocar la guitarra y leo mis textos en sendos programas de radio Torrox: Las manos de mi madre y Rincón de poesía. Intento comunicar con esa musicalidad que es la Voz.

J.M.: ¿Crees que a pesar de que empleamos formas impersonales del verbo y utilizamos el plural para hablar de nuestros sentimientos sigue existiendo falta de comunicación más cercana entre los seres humanos?

LV.  Sí, Juana, creo que en la comunicación es fundamental escuchar, ponerse en el lugar del otro, para Zambrano la piedad es tratar con “lo otro”. En El hombre y lo divino María dedica páginas a hablar de la escucha, de la importancia que para un ser humano es sentirse escuchado. Escuchar a alguien con atención es darle un sitio, un lugar en nuestro mundo. Al leer estás páginas me ha resonado todo lo transitado durante los cuatro años de formación en terapia Gestalt; la base de esta psicología humanista es la escucha. En mi Leyendo he pensado que cuánto de terapéutico tiene leer a María Zambrano y también en cuánta relación encuentro entre lo escrito por María Zambrano y la psiclogía Gestalt de Fritz Perls. Esa atención de quien escucha, sin más, es necesaria para comunicarnos. Recientemente he conocido a la psicóloga María Artacho, quien está escribiendo un libro para exponer su propuesta de una psicoterapia zambraniana. Artacho expuso una interesante comunicación: Hacia un saber sobre el alma en el VII Congreso Internacional sobre María Zambrano en Vélez Málaga. Espero que pronto se publique este libro y que se extienda su práctica de llevar a Zambrano a la consulta terapéutica y a la vida.

J.M.: Para María Zambrano eran muy importantes sus gatas, de hecho, según expresas en tu libro, quería regresar a España con ellas y con su primo Mariano. ¿Para ella sus gatas y su primo eran símbolo de hogar donde poder refugiarse?

LV. María regresa con dos gatas o al menos en Madrid vivía con dos gatas. Sus gatos eran un hogar, que también se extendía a los gatos de la calle y que, desde que está enterrada en el cementerio de Vélez Málaga la custodian en su tumba, a la sombra del limonero.

J.M.: Los libros de María Zambrano, ¿han sido para ti una guía para la transformación? ¿Qué destacarías de la Filosofía de María Zambrano? ¿Si tuvieras que elegir uno de sus libros cuál sería?

LV. Ya he hablado de cómo María se me revela como una intermediaria en ese querer conocerme, saber quién soy, camino largo de búsqueda para ir desprendiéndome de las máscaras con las que me he ido protegiendo. Conócete a ti misma me dice María en sueños, tal como escuché en el oráculo de Delfos. Yo no he visto antes a María con atención ¿Qué hubiera sido de habérmela encontrado en mi juventud, en primero de Filología cuando el profesor Ortega Muñoz nos hablaba de ella? Quizás me hubiera ahorrado algunas adversidades, pero no la vi. El autoconocimiento es uno de los legados de la filosofía de María; así como la obligación de ser persona en democracia, y su afán por la justicia, el amor, la igualdad y la Paz. En cuanto a sus libros, yo como ya he contado en esta entrevista, me inicié con Delirio y destino donde me fui encontrando.

 (Juana María Fernández Llobera. Asociación Hipatia. Mayo. 2025)

Lola Valle

María Zambrano (Vélez Málaga, 1904-Madrid, 1991), es considerada la filósofa de la Generación del 27. Su reivindicación de la razón poética supuso un giro epistemológico y estético en el pensamiento español del siglo XX. Fue Premio Príncipe de Asturias (1982) y Premio Cervantes (1989). Permaneció en el exilio de 1939 a 1984 debido a su vinculación y compromiso político con la II República. Entre su prolífica obra cabe destacar: Filosofía y Poesía (1939), El Hombre y lo Divino (1955), Claros del bosque (1977), Los sueños y el tiempo (1960), La tumba de Antígona (1967), Algunos lugares de la pintura (1989) o Los bienaventurados (1990), entre otros muchos.

Durante mucho tiempo a María Zambrano le precedió la fama de escritora más que de filósofa. Su obra, repleta de metáforas y simbolismos, fue difícil de encuadrar dentro del academicismo. Sin embargo, ella se supo siempre filósofa y, desde edad muy temprana, cuando siendo una adolescente le preguntaban ¿por qué iba a estudiar Filosofía?, respondía de inmediato «no poder dejar de hacerlo», dejando claro su tendencia al pensamiento. Su reivindicación de una razón poética no puede caer en tierra baldía en estos tiempos de orfandad y desconcierto en los que tanto necesitamos desarrollar una imaginación social que nos ayude a construir un mundo más justo y humano.

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