Jaime Noguera

Malaca Imperialis

26/09/2025 - 19:00 - Librería Proteo

Presentación de Malaca Imperialis (Madafaka Books), novela de ciencia ficción satírica de Jaime Noguera. Charla entre el autor y Héctor Márquez.

26/09/2025 - 19:00 - Librería Proteo - Pta. de Buenaventura, 3 - Málaga
Entrada libre hasta completar el aforo.

Dentro de 50 años en Málaga seguirá habiendo calvos, seguro. Pero, según el escritor, cortometrajista y director del Festival de Cine FICCAB de Benalmádena Jaime Noguera, lo que pasará es que Málaga será una potencia mundial y flotará sobre las cabezas del resto del mundo. Eso si nos atenemos a lo que cuenta en su divertida novela Malaca Imperialis, una parodia satírica del género de ciencia-ficción que presentamos en público el viernes 26 de septiembre, 19 horas, en El Tercer Piso de Librería Proteo. En una charla entre el autor y el director de El Tercer Piso Héctor Márquez, autor del prólogo del libro, Noguera repasará las aventuras de su antihéroe, Antonio García, y su lucha contra un sistema futurista dirigido por una alcaldesa chunga y una Inteligencia Artificial llamada Virguer.IA que controlan a la población y que han hecho de los tópicos malagueños su bandera. Como un episodio cibermerdellón de Black Mirror, Noguera cuenta un futuro distópico y disparatado que les sacará lágrimas en la lluvia. Pero de risa. Con el patrocinio de Fundación Unicaja. Entrada Libre.

SINOPSIS

Málaga, año 2075. La ciudad ya no mira al mar: flota sobre él. Reconstruida con malacitium y gobernada por una Inteligencia Artificial, Malaca Imperialis es un régimen de alimentos sintéticos, Semana Santa virtual y vigilancia total.

Antonio García (piloto de drones) se verá convertido en diva involuntaria, prófugo lunar y azote del sistema y descubrirá los oscuros pactos entre Neoeuropa y el gobierno malagueño, que intercambia vidas por energía y silencio.

Con la ayuda de los Trápalas (hackers pijos renegados) liderará una insurrección grotesca y épica donde se mezclan alienígenas asesinos, policía robótica, y procesiones explosivas.

Las crónicas malacitanas de Jaime Noguera

Querido lector… O lectora. O lectore. O persona de cualesquiera género con capacidad intelectiva, conocimiento del idioma y comprensión lectora suficiente como para leer 90 páginas sin tener que lanzarse desesperadamente a ver tiktoks, o reenviar memes por wasap cada siete segundos. Querida IA que ya escribes mejor que García Márquez y nos vas a mandar a los que juntamos letras a tomar por culo en cuatro meses. Querid* malagueñer -nativo, oriundo, asimilado o de paso-, seas lo que seas, que estás hojeando y hasta ojeando este libro:

Si estás hasta las glándulas de la deriva que Málaga está siguiendo para convertirse en no se sabe qué pero que mucha Málaga hey hasta el infinito y más allá…

Si eres de esas criaturas que sabe que el humor y la sátira como forma de observar al mundo y sus prójimos es la única resistencia por la que no hay que pagar (todavía) cuota ni alquiler alguno…

Si eres de esas personas que perdió parte de su infancia y juventud viendo películas, yendo al videoclub, escuchando discos y leyendo libros que contaban aventuras improbables en galaxias muy muy lejanas o mundos distópicos con espadas láseres y alienígenas terroríficos o bellamente ridículos…

Si te gusta la guasa con retranca, la acción y la metáfora, los héroes y heroínas a quienes no sale todo bien todo el tiempo, la ciencia-ficción, las distopías animadas de ayer y hoy, el CGI chungo y que las aventuras no tengan que suceder en Andrómeda o en los Estados Desunidos de América del Norte sino cerca de tu barrio con gente que se expresa como tú y que ha comido camperos con extra de “bayoneza”. Si eres un frikazo y guardas algún*s amig*s desde siempre…

Si sí a todo lo anterior o a algo de esta lista, Malaca Imperialis está hecha para ti (…).

Esta aventura que deberían filmar Alex de la Iglesia o Nacho Vigalondo ya la ha escrito en uno de sus delirios creativos el amigo Jaime Noguera. Noguera, director del Festival de Cine de Benalmádena, es un malagueño padre de familia, que escribe novelas de ciencia-ficción, hace y programa películas, sabe de cine una barbaridad -hasta del más cutre- y tiene un sentido del humor asombroso. Lo conocí personalmente hace unos años mientras yo preparaba un documental sobre Chiquito de la Calzada para Televisión Española. Me suministró unas imágenes de una famosa serie norteamericana Vacaciones en el mar en las que salía nuestro Gregorio Fernández tocando palmas y cantando bulerías. A él le gustan esas frikadas. Y a mí también. Es un tipo genial.

Malaca Imperialis es una parodia del género de ciencia-ficción distópica. Un poco como la Guía del autoestopista galáctico de Douglas Adams o series recientes como Murderbot o Resident Alien. Guarda tantos guiños, referencias y cameos de personajes locales o clásicos del cine y la literatura de ciencia ficción que seguramente acabarás con un tic techno en el ojo derecho. Cultiva, como él mismo cuenta, mucho del humor castizo, aunque aquí absolutamente malagueñizado, del Eduardo Mendoza de El misterio de la cripta Embrujada, El laberinto de las aceitunas o Sin noticias de Gurb. Y como en todas las parodias y las sátiras bien hechas, aporta un tonelaje importante de crítica al presente mostrando un futuro que no por descacharrante deja de tener su mala uva. La creación de una identidad que tiene más que ver con el comercio que con las esencias, el odio a los emigrantes, la aporofobia, la sustitución progresiva de lo humano por lo cibernético y tecnológico, la falta de libertad y el control que las sociedades, gobiernos y corporaciones ejercen sobre el individuo contemporáneo, la realidad virtual que sustituye a las relaciones humanas, la explotación de muchos seres humanos para mantener el privilegio de unos cuantos, la progresiva idiotización de una sociedad entregada al entretenimiento y al placer infinito, incapaz de darse cuenta de que la están engañando frente a sus narices… Todos estos temas aparecen con el barniz del humor y la sátira durante esta narración escrita con una precisión y economía de medios excepcional (…).

[Jaime Noguera] tiene la capacidad de describirnos el mundo feliz y distópico de este Black Mirror de Procono por medio de los olores y los sabores. Gracias a sus descripciones sabemos cómo olerán y a qué sabrán las cosas en Malaca dentro de 50 años. Y, créanme, es una basura.

En una de las escenas finales más famosas de la historia del cine, Charlton Heston descubre que ese planeta gobernado por simios inteligentes no es otro que la mismísma Tierra en el futuro. Y ante una estatua de la Libertad hundida en la playa grita “¡Malditos! ¡Lo habéis destruido todo, yo os maldigo!”. En Malaca Imperialis, Antonio García dice cuando descubre el plan de sus gobernantes:

-No es que no lo supieran. Es que no les importaba… ¡Merdellones!

Y en otro pasaje, también homenajea al Terminator de Schwarzenegger y su mítico Sayonara, baby, con un nuestrísimo

-Y un mojón de a kilo…

En ese preciso momento el pringado antihéroe se transforma en uno de los nuestros, de los que resisten, no se resignan y luchan. Y como un Han Solo obeso alimentado con hamburguesas Uranga que echa de menos los videoclubs de su infancia y las croquetas del puchero proclama el regreso a lo auténtico, bajando de las nubes a los constructores de una Málaga de trampa, drones y metacrilato y proclamando la Revolución, “una revolución que olía a ajo frito y esperanza” y donde todavía se hacen las cuentas con tiza en el mostrador de madera de La Casa del Guardia.

Héctor Márquez (del prólogo a Malaca Imperialis).

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MALACA IMPERIALIS

Capítulo 1: Crónica de una Ascensión

Año 2035

El descubrimiento no fue anunciado con fanfarria. No hubo ruedas de prensa, ni titulares sensacionalistas, ni ministros posando. La noticia llegó primero a un laboratorio subterráneo del Parque Tecnológico de Málaga, transmitida a través de un informe técnico escueto, casi pudoroso. El hallazgo, sin embargo, cambiaría el mundo tal y como lo conocemos.

Los análisis confirmaban lo imposible: en una pequeña muestra de mineral extraída de una falla entre los montes de Colmenar y Casabermeja, los niveles de energía potencial superaban cualquier registro conocido. El compuesto, que parecía no obedecer a ninguna ley establecida de la física terrestre, fue bautizado provisionalmente como Malacitium aeternum.

Las propiedades eran asombrosas. En estado puro, aquel mineral poseía una capacidad de generación energética permanente y autorrenovable. Pero el fenómeno más desconcertante ocurría cuando se le aplicaba una corriente eléctrica precisa: el mineral entraba en un estado de ingravidez estable, capaz de contrarrestar su masa y la de cualquier estructura asociada.

Lo que siguió fue rápido, aunque disimulado. El Gobierno español declaró el descubrimiento como “secreto de Estado” y rodeó la zona con unidades militares y sensores satelitales. Pero no tardaron en llegar los intereses extranjeros. Empresas alemanas, consorcios estadounidenses, inversores asiáticos. Todos querían participar en la explotación. Todos exigían un trozo del milagro.

Pero la ciudad, acostumbrada a siglos de olvido y a ser tratada como el decorado de un verano perpetuo, decidió decir basta.

Año 2041

Con el apoyo de una población harta de precariedad, de turismo invasivo y de promesas incumplidas, el ayuntamiento de Málaga firmó los primeros tratados de exclusividad sobre la explotación del Malacitium. En pocos años, Málaga se convirtió en el nodo energético del planeta. La electricidad producida con tecnología malaguita abastecía ya a media Europa, y su industria aeroespacial propia superaba la de muchos países.

El turismo fue reemplazado por los laboratorios. Las playas, por plataformas de lanzamiento. El puerto, por una base de drones de defensa. La ciudad entera se transformó.

Año 2055

La presión internacional, el espionaje, los intentos de sabotaje y el caos político nacional llevaron al Gobierno de Málaga a tomar una decisión drástica: ceder la soberanía administrativa a una inteligencia artificial. Nació así ‘Virguería’, un sistema de gestión algorítmica diseñado por Toperita Systems y respaldado por los grupos económicos malagueños.

Virguería no tardó en actuar. Su primer decreto fue una ruptura total con el Estado español. No en términos jurídicos, sino físicos.

Durante meses, sin que la población lo advirtiera, el subsuelo de la provincia fue perforado e intervenido. Se instalaron anillos de levitación profunda alimentados por Malacitium. El 16 de junio de 2055, a las 04:37 de la madrugada, la provincia entera se separó del suelo y comenzó a elevarse.

No fue un ascenso brusco. No hubo temblores ni derrumbes. Fue un desprendimiento ordenado. Málaga, literalmente, abandonó la Tierra.

La altitud se estabilizó a 382 metros sobre el nivel del mar. Un espacio de seguridad de 100 metros de atmósfera variable protegía ahora la ciudad del resto del mundo. Se estableció un perímetro aéreo impenetrable. Se activaron escudos gravitatorios.

Málaga ya no era parte de España. Era otra cosa. Un ente soberano. Una ciudad-estado suspendida sobre los escombros de lo que una vez fue su país.

(Jaime Noguera. Malaca Imperialis. Amazon Libros. 2025)

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