09/05/2025 - 19:00 - Colegio de Arquitectos de Málaga

EL TERCER PISO Y Colegio de Arquitectos de Málaga PRESENTAN:

Entre la belleza y el espíritu: Memorial-homenaje al crítico de arte y profesor Enrique Castaños Alés coordinado por Héctor Márquez (El Tercer Piso Proteo) y familiares de Enrique Castaños. Con la participación de numerosos artistas, galeristas, arquitectos, amigos, familiares, historiadores y gestores culturales malagueños.

09/05/2025 - 19:00 - Colegio de Arquitectos de Málaga - C/ Palmeras del Limonar, 31 - Málaga
Entrada libre hasta completar el aforo.

El pasado septiembre, tras una larga enfermedad, fallecía el crítico de arte malagueño Enrique Castaños Alés. Tras decenas de exposiciones comisariadas, catálogos de arte escritos, centenares de críticas de arte en periódicos -principalmente Diario Sur donde ejerció de crítico de arte durante 17 años- y revistas especializadas, y 34 años de docencia como profesor de instituto y universidad, dejó como testamento un libro que recogía varios artículos y ensayos sobre literatura, cine y pintura: Entre la belleza y el espíritu, publicada por Ediciones del Genal. Desde El Tercer Piso de Librería Proteo, quisimos siempre rendirle un homenaje y reconocimiento a quien fue pionero en la crítica de arte de la ciudad y en la difusión de los lenguajes artísticos contemporáneos. Pasados unos meses del duelo necesario y en unión con la familia de Enrique Castaños y con la colaboración del Colegio de Arquitectos de Málaga vamos a celebrar un memorial para celebrar el impacto de la labor de Castaños en la visibilidad del trabajo de decenas de artistas, galeristas y comisarios de exposiciones desde finales de los 80 hasta 2016 cuando publicó su última crítica. El próximo 9 de mayo, viernes, a las 19:00, en el Colegio de Arquitectos de Málaga (C/ Palmeras del Limonar, 31) celebraremos este homenaje que unirá la memoria de decenas de artistas, gestores culturales, críticos, arquitectos, amigos y familiares para honrar y conocer mejor a un hombre serio, riguroso, exigente, tímido, trabajador, adusto a veces, pero que sentía una pasión profunda por las artes humanas y la relación entre la belleza y el espíritu y la quiso transmitir a los demás. La entrada al acto será libre hasta completar aforo.

Listado participantes homenaje a Enrique Castaños Alés:

Pedro Pizarro Javier Marín Carmen de Julián Tecla Lumbreras Mariluz Reguero José María Luna Lourdes Moreno Alfredo Taján José Ignacio Díaz Pardo Héctor Márquez Alfredo Viñas Mariana Martín Paco AguilarRafael Alvarado Carlos Miranda Sebastián Navas Jesús Marín Joaquín Ivars Carlos CanalIgnacio del Río Jorge Dragón Pepe Seguiri José María Córdoba Concha Galea Manolo Morales Enrique Brinkmann Pablo Alonso Herráiz Oscar Pérez José Ganfornina Alfonso Serrano Pepe F. Oyarzábal Salvador Moreno Peralta Ciro de la Torre Juanjo Gutiérrez Blanco Guillermo Busutil Juan Francisco Rueda Isabel P. Montalbán Inmaculada García de Haro Janos CzierpinskiJuan Antonio Morgado Mónica López Cothard Pilar Flores Vicente Seguí Sebastián González Enrique Brinkmann Rafael Roldán Arturo Meliveo Buly Rogelio López Cuenca Fernando Arcas José Manuel Cabra de Luna Fernando de la Rosa Dani Muriel Diego Santos Rosario Camacho Enrique Queipo Elena Laverón Chema Lumbreras Isabel Garnelo Queca Castro Villena Paula Castaños Castro José Carlos Castaños Alés Ángel González de Manuel Ángel González Castaños Inés González Castaños Sofía González Castaños Marta Hidalgo Galán Álvaro Galán… familiares y amigos.

Entre la belleza y el espíritu (Artículos y ensayos sobre literatura, arte y pintura) reúne 11 ensayos de Enrique Castaños Alés publicados en diferentes revistas, salvo uno de ellos, entre agosto de 2012 y enero de 2015. El libro, una limitada edición del autor publicada por Ediciones del Genal, la editorial de Librería Proteo, estaba destinado a servir de regalo para familiares, amigos y las bibliotecas de algunas instituciones académicas. Se publicó en 2024. Pocas semanas después de su publicación fallecía Enrique Castaños en Málaga en la estricta compañía de sus familiares más cercanos. El libro reúne seis ensayos sobre literatura, dedicados a dos obras de Dostoievsky, una de Anne Brönte, otra de Nathaniel Hawthorne, al San Manuel Bueno Mártir de Unamuno y al Drácula de Bram Stoker; otros cuatro sobre cine (las películas alemanas Muchachas en uniforme de Leontine Sagan y La luz azul de Leni Riefenstahl, la maravillosa Ordet de Carl T. Dreyer y desgarrador filme de Philippe Claudel Hace mucho que te quiero) y uno sobre pintura dedicado a Rembrandt. El nexo común de todos los ensayos que reúne el libro es la esencia espiritual en cada una de las obras analizadas. Los últimos años de Enrique Castaños fueron los de una persona absolutamente consciente de que tenía una enfermedad terminal que hizo del amor a los suyos, el desapego a lo material y la celebración espiritual su única guía.

Diario Sur: Fallece Enrique Castaños Alés

Para este homenaje y de acuerdo con la familia del autor, hemos reimpreso una tirada limitada de ejemplares que llevaremos al acto.

ENTRE LA BELLEZA Y EL ESPÍRITU (PREFACIO)

Los textos que se publican ahora fueron escritos, salvo uno que corresponde a 1997, entre agosto de 2012 y enero de 2015, un periodo temporal de la vida del autor en el que se entremezclaron íntimamente la caída y el renacer espiritual, aunque debe decirse, para no faltar a la verdad, que éste último ya se estaba anunciando con extraña y poderosa anticipación desde aquel 1997 en que fue redactado el artículo sobre la película Ordet. Ese despertar espiritual, que no fue esencialmente otra cosa que un reencuentro con el insondable misterio del Verbo encarnado, orillado después de los felices días de la infancia y la adolescencia, debe mucho al luminoso descubrimiento de Nicolás Berdiaev, el pensador cristiano ruso que le condujo a la atenta relectura de Dostoyevski, el escritor que más profundamente había marcado su adolescencia y primera juventud. Puede resultar sorprendente para el lector la diversidad de creadores a los que están dedicados los dos ensayos y nueve artículos que componen el libro, pertenecientes a diez naciones distintas: Inglaterra, Rusia, España, Irlanda, Alemania, Austria, Dinamarca, Países Bajos, Francia y Estados Unidos. Pero hay tres vínculos que los entrelazan. En primer lugar, el punto de vista del autor, que trata de dejar expresa constancia de su rotundo rechazo hacia cualquier manifestación totalitaria que pretenda asfixiar la sociedad y la existencia individual. Ese repudio del totalitarismo y del gregarismo es también uno de los rasgos distintivos de las personalidades cuyas creaciones se analizan, pues, si exceptuamos a Leni Riefenstahl, quien tampoco se pronuncia sobre ello en La luz azul, todas ellas apuestan decididamente por la libertad y la plena capacidad de decisión del individuo concreto frente a las instituciones de un hipotético Estado autoritario o totalitario.

En segundo lugar, el interés primordial del autor por escudriñar los aspectos religiosos, morales, psicológicos y filosóficos de las obras analizadas, sin que ello excluya, naturalmente, abordar las cuestiones intrínsecamente estéticas de las mismas. La dimensión religiosa, a excepción de tres cineastas, es igualmente cardinal en los creadores aquí abordados, para quienes el hombre es una criatura hecha por Dios a su imagen y semejanza, y cuyo signo auténticamente decisivo es el de estar dotado de libertad y responsabilidad moral. En último término, la indisoluble trabazón entre la forma y el contenido, entre el qué y el cómo, que caracteriza todas las obras aquí comentadas, el atributo quizá más relevante de las verdaderas obras maestras en el ámbito de cualquier expresión artística. El autor no quisiera terminar estas breves líneas sin dejar de mostrar el más sincero agradecimiento a su esposa, Antonia María, siempre amorosamente entregada a su familia con la más completa generosidad, y a su hija Paula, de quien partió la idea de publicar este nada pretencioso volumen, y a cuyo fin ha dedicado sus más nobles esfuerzos.

(Enrique Castaños Alés)

Intensidad espiritual y penetración psicológica en Rembrandt (fragmento)

Rembrandt siempre mantuvo una especial curiosidad por las costumbres, modos de vida, ideas y creencias religiosas de los judíos, una comunidad muy numerosa y activa en Ámsterdam, a la que él va a prestar una importantísima atención, tanto en óleos, como, sobre todo, en dibujos y grabados. Los tipos judíos dibujados con tinta por Rembrandt, bien sean ancianos, mujeres, hombres o niños, están entre los máximos arquetipos en relación a este pueblo, proscrito y perseguido en determinadas épocas, que se hayan hecho nunca en cualquier parte del mundo, si bien, en el caso de los judíos de Ámsterdam, gozaban, en general, de una desahogada posición económica, siendo bastante respetados, por no decir completamente, sus ritos y creencias durante el siglo XVII. De hecho, la Holanda del tiempo de Rembrandt es un refugio especialmente predilecto para la diáspora judía, entre la que había un grupo notablemente culto que descendía de los sefardíes españoles.

Pero nunca se acercó Rembrandt a la más escondida intimidad espiritual y psicológica del modo de ser y de la esencia misma de lo que definía a los judíos de Europa, como lo hizo en el cuadro de La novia judía, quizás porque la clave última interpretativa de esta pintura sublime y extraordinaria, de una infinita delicadeza, se halle en la indagación que hace Rembrandt sobre el amor, el auténtico amor entre dos seres, un hombre y una mujer en este caso, él, que tanto amó a sus seres cercanos, a su primera esposa, Saskia, a su segunda compañera, Hendrickje Stoffels, y, por supuesto, a su queridísimo hijo Titus, al que, por desgracia para él, tuvo que ver morir, del mismo modo que también murió prematuramente su amada Saskia van Uylenburgh, madre de Titus. Sólo alguien, como Rembrandt, que había amado tan generosa y desprendidamente, cual siempre es el amor auténtico, a nada menos que tres seres en su vida, estaba en condiciones de abordar una pintura de la hondura, de la espiritualidad, del candor, de la inocencia, de la infinita y misteriosa fuerza que emana del puro amor, como es La novia judía. El conocido grabado titulado La gran novia judía, de 1635, hecho con las técnicas del aguafuerte, el buril y la punta seca, es uno de los primeros acercamientos por parte de Rembrandt a este tema, para el que le sirvió de modelo muy posiblemente su esposa Saskia, pero, a pesar de su «fuerza interior evidente» y de su «presencia asombrosa», al decir de Gisele Lambert, el tratamiento le otorga a la figura una dignidad oficial, mayestática —pues es posible que el tema sea el de Esther engalanada para interceder por los judíos ante Asuero—, que se alejan por completo de las preocupaciones de Rembrandt en el cuadro de Ámsterdam.

Como siempre que Rembrandt quiere indagar de manera penetrante en el mundo de los sentimientos humanos, lo hace a través de la composición, del color, de la postura y gestos de los personajes, del estudio del rostro y del lenguaje de las manos. La luz, por último, unifica todo el conjunto. Aunque, por supuesto, cualquier observador externo puede contemplar el cuadro, los esposos no se sienten escrutados, como ocurría con los síndicos, sino que viven su intenso amor ensimismados en ellos mismos, tan pendientes el uno del otro, que pareciera como si toda la realidad, toda la naturaleza, toda la tierra y el cosmos en su conjunto hubiesen desaparecido, habiéndose quedado ellos solos, deleitándose en su amor, erótico, sí, sutilísimamente erótico, pero puro y espiritual sobre todo, como corresponde a la comunión de las almas. El que estén solos, el que parezcan que se hayan quedado solos como consecuencia de su enamoramiento y de su amor mutuo, de su generosidad desprendida hasta el límite posible del uno en el otro, no significa que podamos percibir el más mínimo atisbo de egoísmo, de indiferencia hacia el mundo. Hemos afirmado que se hallan solos en un sentido metafórico; «solos» significa aquí que su solo amor les basta para encarar las dificultades de la vida, pero la ternura y la humanidad que desprenden ambas criaturas certifican que ni mucho menos les es indiferente el mundo de sus semejantes. De hecho, no les importa que se conozca ese amor, no les molesta compartirlo. La sutil incomodidad, el ligerísimo desasosiego, la casi imperceptible perturbación que adivinábamos en los semblantes y en los gestos de algunos de los síndicos, han desaparecido aquí por completo. Reinan una calma, una paz, una tal armonía espiritual y física, que el ser humano no puede expresar ese sentimiento del amor, al menos en la pintura, de un modo más intenso.

(Enrique Castaños Alés)