Charla entre Javier La Beira y Héctor Márquez sobre la figura y diarios de José María Souvirón (1904-1973), editados por el escritor y filólogo malagueño.
La memoria escrita
22/04/2023 - 12:00 - Librería Proteo -
Entrada libre hasta completar el aforo.
“En 1931, me fui a París, liándome la manta a la cabeza, harto de Málaga, de oposiciones, de curas, de ministros y de no tener una perra gorda”. Esta es una de las líneas del diario que escribió el malagueño José María Souvirón entre 1955 y 1973, fecha de su muerte. La edición en cinco volúmenes de este diario de una de las figuras más singulares -y controvertidas- del panorama intelectual malagueño de su tiempo ha tenido lugar entre 2018 y este mismo año a cargo del escritor, filólogo y Director de la Biblioteca del Centro Cultural de la Generación del 27 Javier La Beira junto a Daniel Ramos, gracias al patrocinio del Centro del 27. La Beira, que acaba de presentar su nuevo libro de viajes Bajo los cielos gigantes de Bucarest, nos acompañará el próximo sábado 22 de abril (12:00) en El Tercer Piso de Librería Proteo para charlar junto a su viejo compañero de instituto Héctor Márquez de literatura, de la figura de Souvirón y el proceso de edición de este documento esencial para entender su época. Firmará ejemplares de los diarios y su nuevo libro al acabar el acto. Entrada libre.
El Diario de José María Souvirón: crónica y testimonios íntimos de su época
En Madrid, el 25 de septiembre de 1955: «Empiezo a escribir este diario, principalmente “por acompañarme”. Lo empiezo en una época de mi vida en la que predomina cierto sosiego exterior (el interior no es tan fácil de alcanzar, para mí). Ya he dejado atrás una buena parte de mi vida, accidentada, combatida, que podrá aparecer en mis memorias —si me decido a escribirlas algún día—».
No se decidió JMS a escribir estas memorias, pero continuó redactando su diario hasta el final de su vida, hasta llegar a las 2800 páginas manuscritas, repartidas en doce cuadernos de contabilidad, con una letra exquisitamente clara y sin apenas tachaduras.
Una lectura distanciada muestra que, como él a sí mismo se diagnosticaba, no lograba fácilmente el sosiego interior. Es aquí donde cobra todo su sentido el aspecto catártico, curativo del género, al verbalizar el autor el impacto de sus emociones.
El lector que se adentre en el muy atractivo texto de JMS puede corroborar por sí mismo que responde escrupulosamente a los rasgos genéricos de un diario: la intensidad emocional en su autor; la necesidad de escribir para atenuar la sensación de soledad, alejamiento y desarraigo, de que, al cabo, todo desemboca en el olvido; y la constancia de la escritura.
Precisamente esta constancia, junto con la unidad en todos los componentes de lo escrito —el contenido, la perspectiva, los principios ideológicos y éticos, el tono y el estilo— permite sintetizar las claves del Diario de JMS en tres grupos de elementos: el primero, los episodios de la vida, las reflexiones, los pensamientos íntimos, las sensaciones y sentimientos de una persona; el segundo, las entrañas de un escritor, su consciencia de tal, su concepción de la escritura, su laboratorio de creación, sus aspiraciones y relaciones con el ambiente literario —esa pequeña jungla de nuestro pequeño mundo—; y el tercero, el papel que juega esa persona, que además es escritor y ocupa un puesto en una institución cultural de relevancia, como testigo y cronista —desde luego siempre opinante— político, social y cultural de su época.
Trinidad de elementos que se encierra en las dos claves de bóveda que sustentan la obra: la confesión y el testimonio. O, dicho de otro modo —rimbombante pero exacto—, he aquí los pasos de un hombre y escritor lleno de interés y su no menos interesante época. La clave de la confesión radica en que, tratándose de un diario íntimo, muy íntimo, la plasmación de los sentimientos se convierte, desde las primeras líneas, en la temática protagonista de esta obra. Y, dentro de ella, los dos sentimientos centrales son, sin duda, el amor y la soledad. La relevancia del testimonio parte de haber desempeñado JMS, desde su vuelta a España, las funciones de un puesto de lo que hoy se denomina gestor cultural, unido a la excelente acogida que tuvo del grupo —grupo con indiscutido protagonismo en el escenario literario— que encabezaban Leopoldo Panero y Luis Rosales. Ambos elementos convirtieron a JMS en un observador privilegiado, testigo cercano y directo de la mayor parte de los episodios culturales de su época y, consecuentemente, de sus actores principales y hasta secundarios.
En síntesis, las páginas del Diario de JMS aúnan la confesión personal, la radiografía de las entrañas de un creador y la crónica social, cultural y política de la España de entonces. Y todo ello bajo un elemento común y constante: la sinceridad, que no es un valor literario en sí, pero sí es un rasgo imprescindible para que tenga interés real el contenido de un diario.
Según mi criterio, en los doce cuadernos del Diario está el mejor JMS escritor y uno de los más brillantes autores de diarios que he leído y conozco. Y no me duelen prendas vanidosas en asegurar que he leído y conozco unas cuantas muestras de este género, escritas desde el siglo XVII hasta hoy.
Con sobrada razón ponderó en las páginas de El País Anna Caballé —la excelente crítica y máxima especialista en España en la literatura del yo— que el de los diarios de JMS es un «testimonio irresistible», para añadir un par de años después que se trata de «un documento excepcional para el conocimiento de la época».
–Javier La Beira
Breve apunte biográfico de José María Souvirón
Hoy en día habita en el limbo de los autores olvidados, pero José María Souvirón Huelin (1904-1973) ocupaba el rango de personalidad cultural —primero en Chile y posteriormente en España— de su época. Catedrático, poeta, novelista, ensayista, articulista y escritor secreto de diarios, obtuvo en vida toda clase de reconocimientos., siendo una figura conocida, reconocida y en alto grado valorada en los ámbitos culturales e institucionales de ambos países.
El hecho de ocupar la Cátedra Ramiro de Maeztu del Instituto de Cultura Hispánica —unido a la alta consideración de que gozaba su obra literaria— le permitió tratar de tú a tú a la flor y nata de la cultura y el arte españoles e hispanoamericanos, así como tener abiertas las puertas de las editoriales y colecciones punteras para que sus libros vieran la luz. Dispuso asimismo de los diarios y revistas más apreciadas a la hora de publicar artículos o reseñar novedades literarias. Súmese que la novela Cristo en Torremolinos gozó de un éxito incontestable de ventas y El príncipe de este siglo. La literatura moderna y el demonio obtuvo el Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Ensayo.
Sin embargo, tras su fallecimiento, pasó en un tiempo meteórico a convertirse en lo que se denomina un perfecto desconocido. Y hasta el presente. O, por lo menos, hasta que en 2018 iniciamos la publicación de los sucesivos volúmenes de su diario, cuando comenzó de nuevo a sonar su nombre y a ser objeto de atención. Con la no pequeña ventaja de que —y esto para mí ha sido decisivo a la hora de reivindicarlo— en los doce cuadernos del Diario está el mejor JMS escritor y uno de los más brillantes autores de diarios que he leído y conozco. Y no me duelen prendas vanidosas en asegurar que he leído y conozco unas cuantas muestras del género diarístico desde el siglo XVII hasta hoy.
Nacido —26 de octubre de 1904— en Málaga, con solo diecinueve años publicó su primer libro de poesía, Gárgola, y poco después el segundo, Conjunto. Fue un activo partícipe de aquel ambiente literario que generó en su ciudad natal un grupo de poetas —Emilio Prados a la cabeza, junto con Manuel Altolaguirre y José María Hinojosa—, cuyo empeño como autores y editores, y el concurso de otros llegados de afuera, como Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Luis Cernuda o Rafael Alberti, que también publicaron obras iniciales en la malagueña Imprenta Sur, dio curso a uno de los momentos más brillantes de la poesía española.
Tras contraer matrimonio en Madrid, se traslada a vivir a Chile en 1932, donde compatibilizó la tarea creadora con la enseñanza universitaria y la gestión editorial, viajando a España en contadas ocasiones, para regresar de modo definitivo en 1953, residiendo desde entonces en Madrid.
También ahora va a compatibilizar el trabajo en el Instituto de Cultura Hispánica —director de la Cátedra Ramiro de Maeztu y subdirector de la revista Cuadernos Hispanoamericanos— con una densa producción literaria y el establecimiento de una afinidad estética e ideológica, acompañada por una profunda amistad, con los poetas Leopoldo Panero y Luis Rosales singularmente.
Falleció en Málaga —allí deseó pasar sus últimas horas y ser enterrado—, en agosto de 1973.
JAVIER LA BEIRA
Javier La Beira (Málaga, 1962) es filólogo, crítico literario, escritor en diversos géneros y gestor cultural. Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Málaga, dirige en la actualidad la biblioteca del Centro Cultural Generación del 27. Escribe en prensa desde 1986, habiendo sido columnista semanal en Diario 16, Sur y La Opinión de Málaga y articulista ocasional en El País.Fue guionista de la serie Retratos para Canal Sur Televisión. Como creador literario, ha publicado el libro de relatos Las estaciones del abandono (2002), la compilación La mar de escritos. Artículos 1990-2005 (2006), el de aforismos A mano y sin permiso (2021), el de poemas Todo mi reino en isla (2022) y los diarios de viaje Múnich resplandecía (2020) y Bajo los cielos gigantes de Bucarest (2023). En el ámbito de la filología, ha publicado decenas de reseñas y artículos en numerosos suplementos culturales y revistas especializadas, así como un ensayo sobre los sonetos de García Lorca, una edición con Rafael Inglada de los poemas inéditos de Ignacio Sánchez Mejías, la facsimilar de la revista Silvestra y los cinco volúmenes del Diario del escritor malagueño José María Souvirón. Su penúltimo proyecto en marcha: la codirección, junto a Antonio Herráiz, de Frato Editorial.
Los cinco de Javier La Beira:
- Los diarios de Emilio Renzi (3 volúmenes) de Ricardo Piglia.
- Diarios (1660-1669), de Samuel Pepys.
- Diarios y cuadernos 1941-1995, de Patricia Highsmith.
- Diario, de Katherine Mansfield.
- Contra tiempo, de Avelino Fierro.