09/06/2025 - 19:00 - Librería Proteo

Presentación de El perfume de nuestra tierra y de En el país de los puros (MSur Libros), ensayo y novela de Kenizé Mourad. Presenta: Ilya U. Topper. Modera: Héctor Márquez. Con la colaboración de ADIPM

09/06/2025 - 19:00 - Librería Proteo - Pta. de Buenaventura, 3 - Málaga
Entrada libre hasta completar el aforo.

A Kenizé Mourad (París, 1939) la conocemos como escritora. Su novela De parte de la princesa muerta, una nieta de sultanes otomanas criada en el Líbano y casada con un príncipe de la India donde la protagonista era su propia madre, fue un éxito mundial de ventas. Pero ella es mucho más que eso: Mourad es una gran reportera, y durante una década larga, la de 1970-1980, se recorrió medio mundo para cubrir conflictos en Oriente medio para su revista, Le Nouvel Observateur. La oportunidad de traerla a El Tercer Piso de Librería Proteo es de las que suceden una vez en la vida. Gracias a su editorial en España, MSur Libros, y a su traductor, el periodista y corresponsal de EFE en Estambul Ilya U. Topper, disfrutaremos de su presencia en El Tercer Piso de Proteo el próximo lunes 9 de junio, a las 19:00. Vamos a presentar dos libros suyos, la novela En el país de los puros, traducida por vez primera al español, y el ensayo El perfume de nuestra tierra (Voces de Palestina y de Israel), que estaba descatalogado y del que MSur ha realizado una nueva edición plena de actualidad para entender los fundamentos de un conflicto que se extiende desde hace décadas. Presentaremos ambos libros con la presencia de la autora, quien charlará con Ilya Topper y Héctor Márquez en una sesión única. Con el patrocinio de Fundación Unicaja y la colaboración de la Asociación para la Defensa de la Imagen Pública de las Mujeres (ADIPM). Entrada libre.

LA VIGENCIA ABSOLUTA DE KENIZÉ MOURAD

La conocemos como escritora: sí, es la autora de De parte de la princesa muerta, aquella novela sobre una nieta de sultanes otomanas criada en Líbano y casada con un príncipe de la India. Que la protagonista era, además, su propia madre, le añadía encanto a la historia. Pero Kenizé Mourad (París, 1939) es mucho más que una novelista de éxito. No era casualidad la minuciosidad con la que se documentaba para relatar bien la vida de su madre: es periodista. Acostumbrada a observar, a fijarse en los detalles, a memorizar, a relatar con fidelidad lo visto. Con fidelidad y sí, también con pasión.

Kenizé Mourad es una gran reportera, y durante una década larga, la de 1970-1980, se recorrió medio mundo para cubrir conflictos para su revista, Le Nouvel Observateur. Desde la revolución islámica de Irán a la guerra civil del Líbano o Etiopía. Luego colgó el chaleco de reportero para escribir novelas. Pero el clavo del que está colgado este chaleco, siempre está al alcance de mano en casa de un periodista: en 2002 se fue de nuevo a hacer reportajes. Era la II Intifada de Palestina y Kenizé Mourad se zambulló dentro. Recorrió pueblos y carreteras de Galilea a Gaza, habló con niños y adultos, israelíes y palestinos, activistas, abogados, colonos, campesinos, judíos, musulmanes y cristianos. El perfume de nuestra tierra es a la vez una road movie, un enjambre de voces, un perfil preciso de las poblaciones que llevan un siglo disputándose esta tierra. Y veinte años después de escribirse, cuando esta disputa se hace más cruel cada día, es tan actual como nunca, y quizás más necesario que nunca.

(Ilya U. Topper)

El perfume de nuestra tierra (Voces de Palestina y de Israel)

A Salim le han derribado la casa tres veces. A Umm Khalil le han matado un hijo adolescente por tirar piedras a los soldados. Orit ha perdido una hermana por un atentado suicida. Nadjwa tiene un hijo paralizado porque los militares del puesto de control no la dejaban llegar al hospital. El doctor Tubiana cree que le pertenece la tierra en la que vive. La abogada Lea Tzemel defiende a acusados de terrorismo. Ruth, Sarah y Gila acuden todos los viernes, vestidas de negro, a una plaza en Jerusalén para protestar contra la ocupación…

Kenizé Mourad relata el conflicto de Palestina a través de las voces de quienes lo viven: palestinos e israelíes, niños, jóvenes, mayores, obreros, estudiantes, periodistas y luchadores por los derechos humanos. Desde quienes se hacinan en un campo de refugiados de Gaza, rodeados de tanques que disparan a las primeras de cambio, hasta familias de clase media israelí que apenas conocen de vista a algún palestino; desde un colono en Cisjordania hasta un antiguo fedayín.

Escrito en 2003, este libro ofrece una radiografía social del conflicto y ayuda a comprender que la guerra no empezó el 7 de octubre de 2023 con el ataque de Hamás y la campaña de bombardeos israelí: la guerra lleva mucho tiempo instalada en la cotidianidad de la vida palestina.

En el país de los puros

Pakistán tiene la bomba atómica. También tiene un movimiento islamista aliado con los talibanes de Afganistán. ¿Podría ocurrir que unos yihadistas consigan hacerse con alguna de las cabezas nucleares del arsenal? Es la pregunta que debe responder la joven pero experimentada reportera Anne Le Guennec, enviada especial de una gran revista francesa.

Pronto, la periodista se da cuenta de que la sociedad paquistaní es un complejo mosaico en el que el islamismo es solo una faceta entre múltiples tensiones, tanto étnicas y religiosas como propias de una sociedad patriarcal pero también con un gran deseo de modernidad y libertad. Al final, la verdadera bomba puede que sea el abismo entre ricos y pobres… Mientras investiga entre campesinos, activistas, mafias y guerrilleros, va surgiendo ante el lector el entramado geopolítico de un país en el cruce entre China y Arabia, pero también una historia de amor que revuelve el pasado y en la que nadie es quien parece.

En el país de los puros (Fragmento)

(…)

Han vuelto a montar en el coche. Al cabo de un kilómetro, Ahmad aparca al lado de la acera, examina los alrededores y al no detectar nada sospechoso, la invita a bajarse.

—Ven, seguiremos a pie.

Se adentran en una callejuela transversal, giran a la derecha, luego a la izquierda, atraviesan un descampado, vuelven a coger por la derecha… El sol está en lo alto del cielo, Anne se asfixia, ¿llegarán en algún momento?

Tras media hora de caminata, Ahmad se para delante de una puerta de hierro sobre la que se balancea una placa pintada con las palabras «Dr Ali Shah. Médico generalista». Tras echar una rápida ojeada a los alrededores, empuja la puerta, que se abre con un chirrido. Alertado por el ruido, un hombrecito delgado, con una cara afable, sale al umbral.

—Bienvenidos. Entren, que dentro se está mejor. ¡Pero si usted está completamente deshidratada! —exclama, al observar la fatiga de la chica—. Siéntense, voy a traer ahora mismo un vaso de agua.

Tras haberse refrescado, Anne se siente mejor. Sobre la mesita baja, al lado de unas publicaciones de medicina, descubre una pila de revistas literarias.

—El doctor Shah es uno de nuestros mayores escritores —le explica Ahmad con orgullo—, algunos de sus poemas, prohibidos por la censura, se han convertido en el grito de guerra de los movimientos independentistas beluches.

—Y fíjese que yo era un pacifista convencido —corrobora el médico—. Durante años he militado por la autonomía, como la mayoría de los beluches, que solo reclamaban sus derechos como parte de Pakistán.

Pero hoy ya nadie confía en Islamabad: no ha cumplido ninguna promesa y el poder del Gobierno de la región es únicamente nominal, son el Ejercito y los servicios secretos los que tienen la última palabra en todo. Estos últimos diez años, el doctor Shah ha visto demasiados horrores: hace muy poco, cuatro estudiantes que reclamaban la independencia fueron torturados; sus cuerpos se hallaron en una cuneta.

—Los militares no entienden que no pueden ganar por la fuerza —continúa el médico—; el pueblo beluche se rebelará siempre. Durante siglos hemos llevado a cabo guerras de guerrilla, contra los mogoles, luego contra los británicos y, desde la independencia, contra el Gobierno del Punyab.

Anne se abstiene de comentar la última frase. Hace ya tiempo que ha comprendido que tres provincias de Pakistán se consideran perjudicadas por ser gobernadas por la cuarta, y no por la capital federal, Islamabad. Es Lahore, la capital del Punyab, la que toma casi todas las decisiones. A los punyabíes, que constituyen un 65 % de la población, se los acusa de acaparar la mayor parte de los recursos y de los puestos de mando, especialmente en el Ejército.

—Pero Pakistán no es una dictadura. Hay elecciones democráticas. Los beluches ¿no pueden alcanzar una solución en las urnas? —sugiere.

El médico esboza una sonrisa desilusionada. Aunque Beluchistán abarca el 42 % del territorio nacional y posee la parte esencial de los recursos mineros del país, no representa más del 4,5 % de la población. De manera que en el Parlamento de 342 escaños no tiene más de 14 diputados.

—En estas condiciones es casi imposible hacer que se oiga nuestra voz. La gente, desanimada, acaba boicoteando las elecciones; en los últimos comicios no ha votado más del cinco por ciento. Los beluches ya no creen en el proceso electoral y muchos jóvenes se unen a la insurrección.

—¿Podría ayudarme a encontrarme con alguno? —se aventura Anne.

El doctor Shah mira fijamente a la chica durante un largo momento; en su rostro de rasgos finos brillan dos ojos inteligentes. Al final se decide:

—Se puede hacer. Desde luego cuento con que usted jamás revelará sus fuentes.

—Puede confiar totalmente en mí.

La vuelve a escudriñar.

—Sí, creo que puedo confiar en usted. Venga.

Se levanta y se dirige a la librería al fondo de la habitación, mueve una enciclopedia de lugar y con un gesto desliza el mueble, dejando al descubierto una puerta baja.

Anne y Ahmed le siguen, traspasan la puerta y el panel se vuelve a cerrar.

(Kenizé Mourad. En el país de los puros. MSur Libros. 2025)

Kenizé Mourad, escritora: “Cualquiera que tenga un mínimo sentido de la justicia debería ser propalestino”

La autora de ‘De parte de la princesa muerta’ vuelve a las librerías españolas con la reedición de sus retratos sobre el conflicto palestino-israelí y una novela inédita sobre Pakistán

A sus 85 años, se mueve con determinación y elegancia aristocrática cada vez que se levanta a recoger un retrato en blanco y negro o un documento. Sus tacones resuenan en el parqué del amplio salón, a través de cuyos ventanales se divisa el Palacio de Topkapi, la corte que habitaron sus antepasados. Bisnieta del sultán Murad V, hija de una princesa otomana y un rajá indio, nacida en París en 1939, huérfana al inicio de la ocupación nazi, criada en un colegio de monjas católicas, militante trotskista en la Sorbona de los sesenta, reportera de Nouvel Observateur en los principales conflictos de los años setenta, escritora superventas en los noventa con su De parte de la princesa muerta… Kenizé Mourad es memoria viva del siglo XX, dispuesta a seguir dejando su huella en el XXI. Esta primavera han llegado a las librerías españolas la reedición de El perfume de nuestra tierra: Voces de Palestina e Israel y una novela hasta ahora inédita en español: En el país de los puros (ambos publicados por M’Sur Libros).

Pregunta. ¿Cuándo descubrió usted sus orígenes principescos?

Respuesta. Conocí a mi familia otomana cuando tenía 19 años, en París. Yo era una estudiante sin un céntimo, trabajaba para pagarme los estudios, y entro a este apartamento estupendo donde me reciben dos mujeres cubiertas de perlas y diamantes que se refieren a mí como “princesa Kenizé”. Quedé anonadada. Pero en realidad siempre supe de mi origen. Cuando mi madre falleció [en 1942], el eunuco que la acompañaba me entregó a unas monjas porque yo estaba muy enferma, pero también se ocupó de mí la familia del embajador suizo, que me llamaban “pequeña princesa”. Sin embargo, tenía un gran complejo de inferioridad porque los otros niños [del internado] me decían “tu madre ha muerto y tu padre no te quiere”, así que me sentía abandonada.

P. Su padre, el rajá de Kotwara en India, ¿intentó ponerse en contacto?

R. Me escribía cartas, pero las monjas nunca me las entregaron. Después de la guerra, mi padre intentó recuperarme, pero ellas hicieron todo lo posible para que no lo consiguiera, escondiéndome y contándome todo tipo de cosas malas sobre él. En realidad no querían dar a una niña pequeña a un padre musulmán. Así que no pude conocerlo hasta los 22 años, cuando fui mayor de edad. Mi vida, desde el inicio, se vio afectada por los prejuicios contra el islam. Seguro que, de esta forma, mi vida ha sido más interesante, pero al principio fue muy dura.

P. ¿Cómo le ayudó esta mezcla de culturas en su carrera como periodista?

R. Cuando viajaba a Oriente Próximo, a India o a Pakistán, sentía que eran mi gente e intentaba entenderlos. Y la gente así lo percibía y se abrían conmigo más que con otros periodistas extranjeros porque notaban mi empatía. Durante toda mi carrera, mediante mis libros y mi trabajo periodístico, he intentado explicar mis países de origen a mis países de adopción como Francia. Lo he intentado, y a veces lo he conseguido. Por desgracia, muchos no entienden nada y los prejuicios se han incrementado. Una de las razones por las que ya no me siento a gusto viviendo en Francia es porque ya no puedo hablar libremente de mis opiniones. Si digo que soy propalestina me califican de terrorista y antisemita. Tras mi libro sobre Palestina se me vetó en las televisiones y en muchos periódicos. Cualquiera que tenga un mínimo sentido de la justicia humana debería ser propalestino, porque se ha sido muy injusto con este pueblo. Y, en cambio, en Francia, en Alemania, en Estados Unidos se están prohibiendo manifestaciones e interrogando a quienes protestan contra lo que está haciendo Israel.

P. ¿Por qué cree que en Europa hay este tabú a la hora de hablar de Israel y sus crímenes contra los palestinos?

R. Por el sentimiento de culpa. Alemania, por supuesto, pero también Francia, porque el régimen de Vichy ayudó a los nazis. Durante el Holocausto, muchos podían decir que no sabían lo que ocurría [en los campos de exterminio], pero ahora llevamos un año y medio viendo cada día masacres de civiles palestinos en televisión. Cada día. Y, aparte de unos pocos, ningún Gobierno hace nada. Es una mancha en la conciencia de la humanidad.

P. Han pasado más de 20 años desde que escribió El perfume de nuestra tierra, que retrata la vida de gente común en Israel y Palestina durante la Segunda Intifada y que ahora se reedita en España. ¿Cómo puede ayudar a entender el momento actual?

R. Porque la situación no ha mejorado, al contrario. La vida diaria de los palestinos era y es horrible. Por supuesto que nadie debería matar civiles, pero la erupción de octubre de 2023 es el resultado de lo que muestro en mi libro, de 50 años de terrible opresión. Incluso entonces, cuando yo me documentaba para escribir este libro, había un movimiento por la paz en Israel que ya no existe. Han convencido a los israelíes de que los palestinos no quieren la paz, de que son animales que solo quieren su destrucción.

P. Ha tenido una importante carrera como periodista, pero lo que le hizo conocida internacionalmente fueron sus novelas. ¿Qué le hizo cambiar de registro?

R. Ocurrió durante la Revolución iraní. Me di cuenta de que incluso con una página o dos páginas de un periódico no podía explicarme, porque había hechos que iban más allá de la razón política, hechos imbricados en la historia y la psicología del pueblo. Sentí que tenía que ir más al fondo. Y me dije: si no cambio ya y me pongo a escribir libros, me convertiré en una vieja amargada [ríe, demostrando que está satisfecha con su elección].

P. Aun así, hay mucho periodismo en sus novelas…

R. Nunca escribo nada de lo que no esté segura de que pudiera haber pasado. Paso mucho tiempo documentándome. Hablando con gente y leyendo miles de periódicos de la época. Son una mina, porque observas la reacción directa de la gente a los sucesos de entonces. Además, quiero que mis novelas no sean un mero divertimento, sino que pretendo dar un mensaje, denunciar las políticas actuales o el modo de pensar actual. Pero no lo hago directamente, porque no soy una teórica. Lo hago a través de novelas históricas que impactan no solo en la mente, sino también en el corazón.

P. Y las protagonistas son siempre mujeres fuertes, sea su madre o la begum que lideró la revuelta india contra los británicos en La ciudad de oro y plata o la intrépida reportera de En el país de los puros.

R. En la actualidad se dicen cosas terribles sobre las mujeres musulmanas, y quería mostrar que, al contrario, en los países musulmanes las mujeres son muy fuertes. Para resistir en la sociedad en las que viven tienen que ser muy fuertes y, muchas veces, son el poder tras los bastidores. En mi familia, por ejemplo, las mujeres siempre han sido más fuertes que los hombres.

P. ¿Qué le llevó a escribir esta última novela?

R. Yo he visitado Pakistán, que es muy querido para mí por mis lazos familiares, en numerosas ocasiones desde 1963. Es un país muy mal entendido. La gente lo imagina como un agujero negro de hombres barbudos y mujeres veladas, pero no es así. Hay mucha gente muy abierta, muchos contrastes que quería reflejar.

P. Pero tanto allí como en India, también en otras zonas del mundo, se han extendido versiones extremistas e identitarias de la religión en las últimas décadas.

R. Creo que tiene que ver con el colapso de las grandes ideologías que existían en el siglo XX. La gente se tiene que agarrar a algo. También tiene que ver con la ignorancia. Ya no se lee.

(Andrés Mourenza. El País. Abril, 2025)

Ilya U. Topper (Almería, 1972) es periodista. Aprendió el oficio en Cádiz, adonde llegó tras una infancia en Marruecos, y ha recorrido numerosos países del Mediterráneo como reportero, desde Iraq a Siria, Líbano, Túnez y los Balcanes, aparte de trabajar para varios organismos de cooperación al desarrollo. De 2005 a 2008 dirigía la sección de noticias internacionales del semanario La Clave en Madrid. En 2009 fundó junto a otros periodistas españoles la asociación cultural MediterráneoSur y la revista digital MSur, que continúa dirigiendo. Desde 2010 vive en Estambul, donde trabaja como corresponsal de Agencia EFE y analista de política internacional con foco en el mundo árabe e islámico para varios medios.

Ha publicado el ensayo Dios, marca registrada (Hoja de Lata, 2023), sobre la pugna entre religiones y laicidad, así como, junto al periodista Andrés Mourenza, La democracia es un tranvía (Península, 2019), una investigación periodística de la transformación de Turquía bajo el liderazgo de Erdogan. Su ensayo El sexo según la izquierda, sobre patriarcado y feminismo, se acaba de publicar en MSur Libros.

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MSur Libros es una iniciativa de la asociación cultural Colectivo MediterráneoSur, fundada en febrero de 2009 por un grupo de jóvenes periodistas, escritores e investigadores españoles con el objetivo de cambiar la mirada pública sobre los países al norte y al sur del Mediterráneo. Su visión: lejos de representar un «conflicto entre civilizaciones», las sociedades a ambos lados del mar comparten milenios de historia y una cultura comunes, y su futuro reside en un compromiso compartido con la paz, los derechos humanos, la igualdad de mujeres y hombres y el laicismo.

La principal iniciativa del colectivo es la revista digital MSur, que publica reportajes, entrevistas y obras artísticas del ámbito mediterráneo y que dispone, además, de una sección de Fondo con amplia información sobre idiomas, religiones, historia y derechos de la mujer. Además, el colectivo organiza actividades periodísticas y culturales, como jornadas y debates, y en otoño de 2024 lanzó la editorial MSur Libros.

MSur Libros, dirigido por los periodistas andaluces Alejandro Luque e Ilya U. Topper, ha publicado hasta la fecha 4 obras: El burka como excusa (Ensayo sobre el velo islamista), de Wassyla Tamzali; El perfume de nuestra tierra (Ensayo sobre Palestina e Israel) deKenizé Mourad; En el país de los puros, novela de Kenizé Mourad; y El sexo según la izquierda (Ensayo sobre feminismo y patriarcado), de Ilya U. Topper.

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La Asociación para la Defensa de la Imagen Pública de las Mujeres (ADIPM) se constituyó hace más de 40 años en Málaga con una implantación a nivel estatal, con el objetivo de trabajar en la incidencia política relacionada con los derechos de las mujeres, sobre todo en lo relacionado con la comunicación, el tratamiento informativo de la violencia de género y la formación vinculada a la alfabetización mediática y digital. En la actualidad está presidida por Leticia Teboul. Desde 2021 otorga el Premio Isabel Oyarzábal con el que destaca la labor de una mujer en defensa del feminismo en diferentes ámbitos profesionales. La escultura del premio está diseñada por la escultora malagueña Machú Harrás. ADIPM publicó en 2024 dos estudios en la colección que coordina para Ediciones del Genal, La Cuarta Ola, “Impacto de la pornografía y la prostitución en la juventud andaluza: Una mirada a la violencia sexual contra las mujeres” y “Violencia contra las mujeres en España: Correspondencia entre la agenda mediática y la agenda pública”.


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