07/03/2024 - 19:00 - Librería Proteo

Presentación de Proteo. Podemos seguir repartiendo sueños (Ediciones del Genal) de Lucía Rodríguez Vicario, memoria fotográfica del incendio y rehabilitación de Librería Proteo en charla entre la autora, Jesús Otaola, gerente de Proteo, Héctor Márquez y decenas de personas que ayudaron a la reapertura.

07/03/2024 - 19:00 - Librería Proteo
Entrada libre hasta completar el aforo.

El próximo jueves 7 de marzo la Librería Proteo cumple dos años de su reapertura al público tras el incendio que la arrasó la madrugada del 6 al 7 de mayo del año 2021. Ese 7 de marzo, vamos a celebrar un evento muy especial en El Tercer Piso de Librería Proteo. Presentaremos el libro de fotografías “Proteo. Podemos seguir repartiendo sueños” realizado por Lucía Rodríguez Vicario, con prólogo de Antonio Soler, y citas del principal fundador de la librería, Paco Puche, y que ha sido editado por Ediciones del Genal. El libro, con más de 200 fotografías, recoge el trabajo diario que la fotógrafa, pintora y enfermera malagueña hizo de manera altruista tras el incendio, desde que sucedió, hasta que la librería volvió a abrir sus puertas tras 9 meses, transformando el horror en un libro de arte y una crónica de esperanza. Pero el 7 de marzo no sólo vamos a presentar un libro. Sino que vamos a celebrar, con Lucía al frente, una de las historias de solidaridad más asombrosas vividas en Málaga. Y para ello, además de Lucía, de las palabras de Soler, de lo vivido por el gerente de Proteo, Jesús Otaola, y de la conducción de Héctor Márquez, director de El Tercer Piso y principal impulsor del movimiento #TodosConProteo, asistirán y participarán muchas de las personas que ayudaron espontánea y decididamente a que la librería abriese sus puertas y pudiese sobrevivir a la ruina y el desánimo. El 7 de marzo será no sólo una celebración de uno de los libros más hermosos que hemos editado, sino un acto de reconocimiento y de catarsis hacia toda la comunidad que ha constituido Librería Proteo a lo largo de 54 años. Escritores, editores, artistas, periodistas, músicos, actores, docentes, gestores culturales, diseñadores, políticos, banqueros, clientes, lectores anónimos están convocados para el 7 de marzo, 19 horas. La librería que transformó el horror en esperanza. El lugar donde, como escribió en su día Paco Puche, todavía “podemos seguir repartiendo sueños”. Entrada libre.

La Historia de un incendio y un libro: la resurrección por el amor, el arte y la pertenencia

La madrugada del 6 al 7 de mayo del año 2021, una subida de tensión eléctrica en la zona de la Puerta de Buenaventura, en el pleno centro histórico de la ciudad, hizo saltar los diferenciales de las viviendas de la manzana y eso provocó que una chispa traicionera en la primera planta de la Librería más icónica de Málaga provocara un gigantesco incendio. Los libros comenzaron a arder. Los vecinos alertaron rápido. Las redes se llenaron de vídeos de tragedia y llamas. Los bomberos actuaron con celeridad. Se quemaron muchos libros, miles de ellos, pero no se afectó la estructura del edificio. En un trabajo ejemplar, los bomberos tuvieron que mojar los libros que quedaban. La gran mayoría quedaron inútiles para ser vendidos. La mañana del siete de mayo olía a tragedia. Tragedia simbólica y tragedia material para muchas familias. Así la paradoja y el poder mágico de las historias. La librería más antigua de Málaga, que ahora cumple 54 años, la más premiada ha usado dos nombres a lo largo de su trayectoria: Proteo, el hijo de Poseidón, dios de las aguas y las transformaciones y Prometeo, el titán que robó el fuego a los dioses para darle a los hombres parte de su aliento, la libertad de la creación y el derecho llevarles la contraria. En un lance simbólico el agua de Proteo vino a apagar el fuego de Prometeo. Esta vez, el fuego llegó demasiado lejos, pero la fe de los hombres, el espíritu de transformación de Proteo hizo que la ruina se convirtiese en esperanza apenas nueve meses después. Una gestación que sirvió para que se alumbrara una nueva época.

La ola de solidaridad

Lo que siguió ya es historia. De manera espontánea centenares de personas de dentro y fuera de Málaga, clientes, simpatizantes, periodistas, artistas, escritores, actores y gestores de la cultura malagueña, así como representantes de sus instituciones elevaron la noticia al ámbito nacional. Decenas y decenas de ayudas voluntarias y desinteresadas se coordinaron espontáneamente para que Proteo pudiera recuperarse de semejante mazazo económico y se pudiera volver a restaurar su sede. Hubo bastantes autores de Ediciones del Genal que cedieron los derechos de venta de sus libros a la librería. Se escribieron varios libros a propósito y exprofeso, como el colectivo Todos Con Proteo o el poemario Arde Proteo, de Presina Pereiro. Se organizó un movimiento y una página de Facebook a partir del hashtag #TodosConProteo que permitió recaudar fondos en conciertos, exposiciones, subastas, representaciones teatrales que se organizaron de manera gratuita y desinteresada para que Proteo pudiera regresar al lugar donde siempre había estado. El colectivo de músicos malagueños coordinados por Héctor Márquez ofreció un macroconcierto gratuito en el Teatro Cervantes donde se vendieron todas las entradas y unas pocas más. Artistas plásticos organizaron una subasta. Actores malagueños recitaron gratuitamente en la sala Joaquín Eléjar. La Orquesta Joven Provincial ofreció otro concierto gratuito en el Conservatorio de Música. La web se colapsó de pedidos, más de los que podía atender. Clientes saldaron sus deudas y otros aumentaron su cuota. Escritores y autores de primerísimo nivel de todo el país vinieron a la puerta de la librería a firmar libros y escribieron columnas de apoyo; muchas personas se ofrecieron voluntarias para trabajar en la librería o a su favor; bancos concedieron préstamos y aplazaron deudas; las editoriales se hicieron flexibles a la hora de reclamar pagos y devoluciones; periodistas y columnistas hicieron conmovedores reportajes en todo el país. Javier Ojeda y su banda grabaron un concierto en la librería cuando aún era una escombrera de ceniza y cadáveres de papel…

Y el milagro se produjo. En menos de un año, en nueve meses exactamente, Proteo volvió a abrir sus puertas. Eso sí, con enormes deudas, la expectativa aún de un juicio por celebrarse y un futuro incierto en una época más incierta todavía, pero con el espíritu de la lucha y el deseo de devolver a los ciudadanos todo el afecto que habían recibido durante esos fatídicos meses. En ese período nos dejó el fundador principal de la librería, Paco Puche., quien se había jubilado un poco antes. En las historias que nos tocan el corazón, las tragedias y las lágrimas son habituales. El Tercer Piso, el proyecto que inventó el periodista, activista y gestor cultural Héctor Márquez para ayudar a la Librería Proteo a reiniciar su andadura, es precisamente la penúltima parte de esta aventura.

Programa especial Hoy por Hoy Cadena Ser Málaga en Librería Proteo junio 2021

Lucía Rodríguez y el arte de encontrar belleza entre el dolor

Y durante todo el tiempo que transcurrió entre el incendio y la reapertura de la librería una mujer, habitual clienta de Proteo, enfermera, pintora, fotógrafa, se ofreció y venía casi cada tres o cuatro días a documentar los efectos del incendio. Lo extraordinario, aunque sea doloroso para muchos, esconde muchas veces belleza. Lucía Rodríguez Vicario supo encontrar historias silenciosas en todo aquel drama de humo, escombros y ceniza. Poco a poco iba haciendo vídeos y fotografías. Y entendió que allí había un libro. Un libro que aportara documentación y mostrara todo el proceso de reconstrucción y rehabilitación. Como fotógrafa que es, buscó belleza en todo ello. Seleccionó fragmentos que en su día escribió Paco Puche en esas memorias impagables de su vida profesional al frente de Proteo-Prometeo que son “Un librero en apuros” y que parecían hablarle desde otro lugar. Le pidió a Antonio Soler, el más celebrado, reconocido y premiado de nuestros autores malagueños que escribiera un prólogo contundente y conciso. Antonio accedió y nos regaló un folio de cercanía, orgullo y literatura. Gracias, siempre, Antonio. Logramos incluir en la subvención del Ministerio de Cultura que permitió la existencia de El Tercer Piso, los gastos de edición de un libro que iba a ser caro: 250 páginas de fotografías a todo color de gran tamaño no es algo que nos pudiéramos permitir entonces. Pero se logró. Lucía se empeñó en hacer el mejor libro posible. Lo dividió en tres partes, como las buenas tragedias: ceniza, cemento y papel. Es una belleza. Y ya lo tienen a su alcance.

Como todo lo que rodea a esta historia va más allá de lo imaginable. La moraleja está clara. Al menos para mí que cada día tengo que ver cómo lograr transmitir el calor de las historias que otros escriben para que terceras personas se interesen por ellas, compren sus libros y podamos seguir, como decía Paco Puche, repartiendo sueños. Las historias dentro de las historias. Para mí lo que todo esto esconde es la grandeza del ser humano cuando se hace generoso y se reconoce como parte de algo que se transforma, no se sabe de dónde viene ni a donde va, pero es necesario para seguir siendo humanos. Este espíritu colectivo lleno de heroínas y héroes que se les dice anónimos, pero no lo son: tienen nombres y apellidos. Pero sobre todo tienen lo más importante. Sentido de pertenencia. Humanidad. Sensibilidad. Generosidad.

No sabemos hasta cuándo vamos a poder seguir repartiendo sueños. Pero ya sabemos una cosa: que Proteo es y siempre ha sido de todas las personas que la aman. Y son, somos muchísimas. Capaces de transformar el fuego en amor, en ideas e historias que perdurarán siempre. Bienvenid@s a la Casa de los Libros. Bienvenid@s a vuestra casa.

Héctor Márquez

PRÓLOGO DEL LIBRO “PROTEO, PODEMOS SEGUIR REPARTIENDO SUEÑOS”

Mayo trajo una noche aciaga. El corazón de la ciudad se iluminó con las llamaradas de cien mil libros. Algo parecido a la imagen de un infierno no solo para quienes aman los libros o para quienes han frecuentado ese edificio en Puerta de Buenaventura. Cuando una biblioteca arde se quema algo más que un bien material. No es solo papel lo que arde. Hay un fondo de desolación y hasta si se quiere de aberración. Algo que recuerda a los tiempos más oscuros de la humanidad, cuando la quema de libros está asociada a la ceguera, la represión y la violencia.

Ni siquiera el origen fortuito del incendio atenúa la desolación. Cuando la noticia del incendio de Proteo corrió por la ciudad y por el país, hubo consternación en todos los ámbitos donde previamente hubiera un mínimo de sensibilidad. Y hubo respuesta. Compañeros libreros, medios de comunicación, autoridades, escritores, instituciones, editores, personas anónimas —ese niño que fue a entregar un euro, lo que tenía, para el rescate de la librería—. Quienes visitamos el edificio después del incendio quedamos entristecidos, heridos por esa devastación.

Aquellos que no traspasaron el umbral de Proteo incendiado pueden hacerlo ahora con las fotografías de Lucía Rodríguez Vicario. Ante sus ojos queda aquel primer panorama devastador donde todo eran cenizas, techos desventrados, estantes y estantes de libros convertidos en pavesas o hinchados por el agua como cadáveres de ahogados. Esqueletos que escaparon de las llamas y quedaron inutilizados por el calor y el hollín. Gafas para una lectura ya imposible con los cristales cegados o reventados. Una dolorosa ironía ver en esas imágenes a los superhéroes de Marvel, al valeroso reportero Tintín o al no menos valeroso periodista Juan Cruz con su libro del poderoso Polanco impotentes contra las llamas, desvalidos. Y la ironía de las ironías, esa imagen captada por Lucía de un ejemplar de Fahrenheit 451 apoyado en una balda y sobreviviendo al fuego. Por suerte, la distopía ideada por Ray Bradbury no tuvo nada que ver con lo ocurrido. No hubo patrullas encaminadas a la destrucción de libros. Al contrario. Fruto del esfuerzo de los libreros y del apoyo de toda una colectividad herida por las llamas, Proteo se empeñó en renacer, encontró apoyo y aliento para hacerlo.

Y lo ha conseguido. Una sociedad comprometida con la cultura, consciente de que el libro es una llave capaz de abrir infinidad de puertas al modo en que lo reclamaba Thomas Wolfe, ve ahora cómo la histórica librería surge de entre las llamas como un ave fénix cargada de sueños y conocimiento. El alma de los libros. También Lucía, que visitó el caos y salió lastimada anímicamente de aquel espectáculo, da cuenta del esfuerzo, del trabajo vertiginoso en el que se ha empleado el equipo dedicado a la restauración del emblemático edificio. Después de las cenizas y la negrura llegaron los espacios diáfanos, las herramientas, el material, el trabajo incesante y contrarreloj para devolver los libros a las estanterías, al lugar del que nunca debieron salir si no era para ir a las manos de un lector.

Llega el resurgimiento, la floración de los libros a las puertas de una nueva primavera. Atrás queda el desastre. Puede que esa sea la lección de todo esto. La superación ante la adversidad por parte de los propietarios y empleados de Proteo. Y la solidaridad y la generosidad de una ciudad tantas veces acusada de indiferencia ante los libros pero que en este tiempo oscuro ha hecho suya esta librería y ha reconocido la importancia del libro, de los libreros.

Antonio Soler

Lucía Rodríguez

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