Presentación de Me va la vida en ello (Plaza&Janés), biografía de Luis Eduardo Aute escrita por Miguel Fernández. Charla entre el autor y Héctor Márquez.
13/06/2025 - 19:00 - Librería Proteo - Pta. de Buenaventura, 3 - Málaga
Entrada libre hasta completar el aforo.
Hace un lustro que nos dejó uno de los más prolíficos, singulares e influyentes creadores españoles de las últimas seis décadas: Luis Eduardo Aute (Manila, 1943-Madrid, 2020) fue pintor, cineasta, escritor, poeta, autor de canciones, cantante y actor ocasional. Y su huella ética, estética y humana aún pervive. “Me va la vida en ello” (Plaza&Janés) es la primera biografía publicada a los cinco años de su muerte. Su autor, Miguel Fernández, periodista, comunicador, escritor y responsable de las magníficas biografías de Amparo Muñoz, Waldo de los Ríos y Mari Trini es un asiduo de nuestro programa. Con el libro recién salido de la imprenta viene a El Tercer Piso de Proteo a presentar Me va la vida en ello y a charlar con su viejo amigo Héctor Márquez, sobre Aute, su obra, influencia y pensamiento políticosocial. Será el próximo viernes 13 de junio a las 19:00. Veremos algún documento inédito, escucharemos canciones y celebraremos versos suyos como ese que dice: “Siempre evité ser un súbdito de los laureles/ porque vivir era un vértigo y no una carrera”. Con el patrocinio de Fundación Unicaja. Entrada libre.

SINOPSIS
Me va la vida en ello nos acerca a la vida cotidiana y al proceso creativo de un artista que, frente a los cambios sociales y políticos que fue experimentando el mundo, siempre supo mantener una coherencia ética a través de una prosa fluida y brillante a lo largo de 13 capítulos. El libro, escrito por el periodista Miguel Fernández, recoge testimonios reales de su círculo más cercano, ofreciendo una mirada privilegiada sobre el legado de uno de los artistas más queridos y admirados de la música hispanohablante, autor de canciones que se han convertido ya en himnos: Las cuatro y diez, Al alba, Pasaba por aquí, La belleza o Slowly, entre otras muchas que generación tras generación no hacen más que reivindicar.
Luis Eduardo Aute fue un hombre cuya creatividad singular lo convirtió en un referente ético y estético tanto dentro como fuera de España. Fue el «artista total». Siempre fiel a su independencia artística y personal, sin ceder nunca ante las presiones del mercado o las expectativas ajenas. Tal como él mismo expresó en varias ocasiones, entendió la vida como una búsqueda constante, «un vértigo», pero jamás como una carrera.

La biografía –un verdadero homenaje a su memoria– no solo narra los grandes hitos de su carrera, sino que también permite conocer al hombre detrás de la leyenda. Desde la niñez en Manila hasta su consolidación como uno de los artistas más influyentes de la música española, el libro aborda el papel fundamental de Aute durante la Transición y la democracia, así como sus últimos años, marcados por el Madrid indignado y contestatario, y la influencia que hoy sigue teniendo en la nueva generación de cantautores, como Rozalén o Andrés Suárez. “Aute es un gran contador de historias, pero también hay que reivindicar su protesta, cuando se aparta del centro del relato para hablar de nosotros, de lo que nos interpela como sociedad”, recuerda Rozalén.
“En la Transición lo de menos era estar en nuestras casas, pasábamos el día en la calle. La ciudadanía se apropió de la calle por fin y nosotros, el colectivo de músicos, de cantantes, de actores, hacíamos lo mismo, éramos ciudadanos, al fin y al cabo. Cada día se organizaba un acto, cada día había que salir a reivindicar algo. Las cosas que se consiguieron hubo que pelearlas muchísimo. Nosotros, los músicos y actores, la profesión, estuvimos al lado de la ciudadanía también reivindicando y consiguiendo derechos que no se regalaron, se arrancaron y Luis Eduardo siempre ha estado ahí, siempre”, dice Ana Belén.
Noticia Muerte Luis Eduardo Aute
«Cierto que hui de los fastos y los oropeles/ y que jamás puse en venta ninguna quimera./ Siempre evité ser un súbdito de los laureles/ porque vivir era un vértigo y no una carrera,/ pero quiero que me digas, amor,/ que no todo fue naufragar/ por haber creído que amar/ era el verbo más bello. Dímelo,/ me va la vida en ello».
(Luis Eduardo Aute. Me va la vida en ello)
1. El niño que miraba el mar
Madrid, 1951
Vivir era entonces un vértigo. Franco, Eisenhower y Pío XI se suceden en la portada de ABC con la misma frecuencia que Estados Unidos hace estallar bombas atómicas en el desierto de Nevada. En páginas interiores, el diario madrileño publicita la eficacia de Uromil para combatir la gota y el reuma, la brillante originalidad de un nuevo grupo de viviendas en la calle Goya o la posibilidad de volar sin escalas a Namibia y Sudáfrica. En ese Madrid de brazo en alto y paz entre ruinas, en el que Pertegaz presenta su última colección y La hechicera en palacio triunfa en la cartelera del Alcázar, están pasando unos días de vacaciones Gumersindo Aute Junquera, su esposa Amparo Gutiérrez-Répide Carpi y su primogénito, Luis Eduardo. La pareja, que se ha conocido en Manila, donde a él le ha destinado la Compañía General de Tabacos de Filipinas y ella reside con su familia, intenta olvidar el horror de la guerra.
Gumersindo había llegado a la capital de la antigua colonia española unas semanas antes de la proclamación de la Segunda República. Con poco más de dieciocho años y un empleo influyente, no tarda en convertirse en un personaje destacado en la vida social manileña. Entre las muchas fiestas a las que acude, una en la conocida como la Casa Blanca, en el Dewey Boulevard, frente a la bahía de la ciudad, cambiará por completo su vida. Allí conocerá a Amparito, la nieta de los Gutiérrez-Répide y los Carpi, una adinerada familia de raíces valencianas asentada en el archipiélago antes de que las islas quedaran bajo la administración estadounidense en 1898. La belleza de la muchacha le ha hecho acreedora de los títulos de Miss Hong Kong y Miss Filipinas.
Cuando los batallones del general Koichi Abe invaden la capital el 2 de enero de 1942, el alto mando japonés instala su cuartel general en la Casa Blanca, donde Gumersindo y Amparo viven junto al resto de la familia desde que se han casado tres años antes.
Vivir se convierte en un vértigo. A diferencia de otros compatriotas que son asesinados por los ocupantes, el matrimonio busca refugio en distintos lugares. El destino los salva de acudir al consulado español, en el que más de medio centenar de paisanos encuentran la muerte. Durante ese infierno, el 13 de septiembre de 1943, nace el primer hijo, al que bautizan como Luis Eduardo. Unas semanas más tarde un ciclón arrasa Manila. La Segunda República filipina, un gobierno títere de Tokio, es incapaz de organizar la ayuda a la población, atenazada, además, por los crímenes, los continuos saqueos y la corrupción.
«Tengo recuerdos de una ciudad completamente destruida, con escombros y restos de barcos hundidos en el malecón», contará años después el niño Luis Eduardo, al que sus padres, refugiados en el Hospital General, no pueden alimentar durante casi dos semanas. Todos temen por su vida, pero el horror de la guerra empieza a desvanecerse el 20 de octubre de 1944 con la llegada de los primeros soldados estadounidenses. Para entonces, la Casa Blanca, como el resto de la mayoría de las propiedades de los Gutiérrez-Répide, es un solar. El mundo ha cambiado. Gumersindo Aute tiene contactos en el nuevo régimen que gobierna España desde el final de la Guerra Civil y la Tabaquera, como en otros momentos de su historia, se implica en la reconstrucción de la ciudad.
En 1951, el año de la muerte del maestro Jacinto Guerrero, del inicio del nuevo mandato de Winston Churchill, de la publicación de La colmena, de la grabación del primer álbum de rock and roll, ese género que revolucionará la música, Gumersindo tiene la oportunidad de volver a abrazar a esa familia que había abandonado Andalucía para buscar fortuna en una Barcelona que en ese momento intenta desafiar a Franco con una huelga de tranvías que, aunque fracasa, acaba por costarle el cargo al alcalde, José María de Albert Despujol.
Antes de volver a Filipinas, Gumersindo, Amparito y el niño Luis Eduardo pasan por Madrid. En la Puerta del Sol acaban de inaugurar dos grandes fuentes, se trabaja en la reforma de la calle de Alcalá y el nuevo embajador de Estados Unidos ha presentado sus cartas credenciales. Precisamente, en el Ministerio de Asuntos Exteriores trabaja un buen amigo de la familia, el diplomático José del Castaño Cardona, que durante la Segunda Guerra Mundial ha sido cónsul español en Manila. Al término de la ocupación, los americanos le acusaron de colaborar con los japoneses y lo han deportado a España. Un personaje de su influencia consigue que los Aute conviertan su visita en un recuerdo maravilloso: almuerzos, cenas, paseos, fiestas en las casas de gente importante…
Una noche acuden a cenar al hotel Avenida, en plena Gran Vía. El establecimiento, que ocupa un edificio singular diseñado por el arquitecto Modesto López Otero, ha sido reformado poco antes. En sus distinguidos salones, una orquesta de músicos profesionales hace las delicias de la selecta clientela. La familia Aute al completo y sus acompañantes aplauden las interpretaciones de Begin the Beguine y Night and Day. Entre bambalinas, el animador de la velada ha observado cómo el niño Luis Eduardo canturrea al compás de la música. Al volver al escenario, se acerca a la mesa.
—¿Te gusta la música, jovencito?
—¡Mucho! —responde el crío con desparpajo.
—¿Te atreverías a salir a cantar?
El animador y los padres cruzan una mirada. Amparito asiente y deja el visto bueno a la consideración de Gumersindo, que se hace de rogar durante unos instantes.
—Sí —dice el niño con un hilo de voz y sin perder de vista a su padre.
—¡Fabuloso! —proclama con voz engolada el hombre del esmoquin—. ¿Con qué melodía nos vas a deleitar…?
El niño calla. Por un momento, piensa en responder: Ramona. Sin embargo, decide tentar a la suerte y atreverse con una melodía que tiene menos trabajada pero que le gusta más. En realidad, es una canción relativamente reciente que ha escuchado en la radio y en la casa de unos amigos franceses de sus padres. Se parece un poco a esos discos de jazz que son tan codiciados por la colonia de extranjeros de Manila. Le da miedo la letra, en un francés más complicado que el que le enseñan los hermanos de La Salle.
Por primera vez en su vida siente que el corazón le golpea con fuerza. Vivir es un vértigo, dirá muchos años después. En ese momento, además, no sabe que el autor de la letra, el poeta Jacques Prévert, es tan proclive al retruécano, a la ironía, al doble significado, a lo onírico, como lo será él. Prévert ha acoplado la historia de un amor roto a una melodía que el músico húngaro Kozma József compuso inicialmente para la banda sonora de una película de Marcel Carné y que tituló Introduction et valse. En 1946, invadido por la nostalgia y el dolor ante el futuro que aguarda a su país, Kozma la transforma en una canción, Les feuilles mortes, que populariza Ivo Livi, un emigrante italiano apadrinado por Édith Piaf, convertido ya en una estrella con el nombre de Yves Montand. Acaba de casarse con la también actriz Simone Signoret, la noche que Luis Eduardo sube al escenario del hotel Avenida.
—Tranquilo —le dice al oído el director—, intenta llevar el compás de la música. Ya verás que no es difícil.
El niño procura no mirar a la mesa donde están sentados sus papás, toma aire y canta:
Oh, je voudrais tant que tu te souviennes
des jours heureux où nous étions amis.
En ce temps-là la vie était plus belle
et le soleil plus brûlant qu’aujourd’hui.
Le hubiera gustado seguir cantando, pero sabía lo que su padre quería decirle con aquel gesto: ha estado muy bien, pero nunca hay que tentar a la suerte.
Vivir fue desde entonces un vértigo. La nostalgia de los días en España se apodera de Gumersindo. Quizá ha llegado la hora de volver. ¿A Barcelona? ¿A Madrid? Mientras con la ayuda americana Manila resurge de sus cenizas, padre e hijo van al cine y pasean por el Dewey Boulevard. Si se porta bien, irán a la librería Philippine Education Company para regalarle libros con la obra de los pintores más universales. Algunas veces, Gumersindo lleva su cámara y lo retratará frente al mar, en el malecón, ese sitio donde, con el tiempo detenido, la vida se despoja de cualquier vértigo.
(Miguel Fernández. Me va la vida en ello. Cap. 1. Plaza&Janés. 2025)
Luis Eduardo Aute estuvo en el proyecto original de divulgación musical creado por Héctor Márquez La Música Contada ® en 2003. En su intervención se proyectó la película Un perro llamado dolor, un filme experimental de animación basado en dibujos suyos y posteriormente habló de las historias que había detrás de seis canciones suyas y dialogó con el público. Aquí hay unos fragmentos rescatados de aquella intervención histórica.

Bio
Miguel Fernández (Granada, 1962) ejerce el periodismo desde hace más de cuarenta años, teniendo una larga carrera tanto como locutor, director y conductor de programas radiofónicos en Canal Sur Radio, como responsable de contenidos informativos en la cadena andaluza. Siempre ha compaginado una larga carrera periodística en medios escritos, audiovisuales y digitales, con la escritura de distintos libros de literatura y divulgación. Con Yestergay recibió en 2003 el premio Odisea de narrativa LGTBI. También ha escrito las memorias de Amparo Muñoz, La vida es el precio, las novelas Nunca le cuentes nada a nadie (2005) y La fuerza del pasado, basada en la serie de Antena3 TV Hispania, así como las colecciones de relatos Trátame bien y La pereza de los días. Es autor, asimismo, de obras de temática gastronómica, como Buen provecho o ¿A qué sabe el amor? En 2020, publicó Desafiando al olvido, la primera biografía del compositor Waldo de los Ríos, a la que siguió, un año después, La vida rota, una revisión en clave feminista de la trayectoria de la actriz Amparo Muñoz, que fue presentada la temporada pasada en El Tercer Piso de Proteo. Ambas obras han sido llevadas con éxito a la pantalla en formato documental. El pasado noviembre presentó también en El Tercer Libro su biografía sobre Mari Trini Yo no soy esa que tú te imaginas, también publicada por Plaza y Janés.
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