Presentación de Josephine y El Telegrafista, novelas de Luis Salvago, Premios Tiflos y Ateneo de Valladolid 2024. En charla entre el autor, Sergio Barce y Héctor Márquez.
07/11/2024 - 19:00 - Librería Proteo - Pta. de Buenaventura, 3 - Málaga
Entrada libre hasta completar el aforo.
Aunque educado y modesto en su comportamiento, la vida de Luis Salvago es de todo menos simple. Este licenciado en Historia, suboficial del ejército del aire español de 60 años presente en misiones internacionales en lugares como Afganistán se lanzó a escribir novelas de manera tardía y comenzó a recibir premios con prácticamente todo lo que escribía: Bârân, fue finalista del Nadal en 2018, Lloverá en septiembre del Azorín 2017, En el nombre de Padre ganó el Vargas Llosa de Novela en el 2020. Y este 2024 gana dos premios de novela seguidos con dos novelas diferentes: por Josephine (Galaxia Gutenberg), una novela fascinante sobre la identidad, el sueño una mujer amnésica y el misterio de la ciudad de Tánger, obtiene el Tiflos de Novela de la Fundación ONCE y con El telegrafista (Menoscuarto Ediciones), una hermosa historia sobre la amistad de dos hombres en la Guerra Civil, el Ateneo Ciudad de Valladolid. Conoceremos en persona a este escritor finísmo y singular y sus obras el jueves 7 de noviembre, 19h., en El Tercer Piso de Librería Proteo de Málaga en conversación el también escritor de obras ambientadas en Tánger Sergio Barce y el director de El Tercer Piso Héctor Márquez. Otro nuevo lujo dentro del ciclo Volver a las librerías patrocinado por Fundación Unicaja. Entrada libre hasta completar aforo.
SOBRE TÁNGER, JOSEPHINE Y LA IDENTIDAD ONÍRICA
“Debido, tal vez, a que mis padres se criaron en Tánger”, cuenta su autor “he desarrollado una atracción por otras culturas y lugares que suelo representar en mi escritura. La experiencia de los viajes es sin duda una inspiración añadida, pero en ocasiones he tenido que recurrir a autores que me han servido de referencia ocasional y otros, definitiva. Entre ellos cuento a Miguel Delibes, por su majestuosa descripción del hombre desde lo pequeño, a Gabriel García Márquez, por hacer de lo cotidiano una maravilla, a Luis Ferdinand Céline, por sus nuevas formas de expresión, a Sergio Barce, por la sugerente inspiración que destila su literatura del norte de África, a Ángel Vázquez, referencia absoluta, por su luz en la oscuridad en La vida perra de Juanita Narboni. Intento escribir lo que me gusta leer. Me gusta la literatura donde el lenguaje prevalece sobre la historia, por esa necesidad del ser humano de entender la realidad desde la ficción”.
En Josephine Salvago ha unido esa fascinación personal, literaria y atmosférica que Tánger ejerce sobre él construyendo una novela sobre la identidad, la realidad y la ficción plagada de misterio y erotismo y donde el lector tarda en descubrir si se encuentra dentro de un sueño, de un episodio de amnesia o de un relato fantástico. Una mujer llamada Josephine Parker se levanta una mañana desnuda en una cama acompañada de un hombre que no conoce, no sabe cómo ha llegado allí y sólo recuerda cómo se llama. En la habitación hay pinturas de Edward Hopper en la calle reconoce los ruidos de Tánger.
“La historia está inspirada en el cuadro ‘Hotel Room’, de Edward Hopper, pintura que me ha servido de punto de arranque para abordar el tema de la identidad”, recuerda el autor. “Mis padres formaron parte de esos españoles que dejaron Tánger cuando la ciudad pasó de tener un Estatuto Internacional a pertenecer al Reino de Marruecos. Ellos se sentían tangerinos, y su memoria no se remitía a Ceuta y a Santiago de Compostela, donde habían nacido, sino a esa ciudad extraña y cosmopolita de la que siempre hablaban con un dejo de nostalgia. Yo visité a menudo Tánger cuando era niño y volví a visitarla hace unos años con la idea precisamente de escribir una novela cuyo argumento se desarrollara en ella de principio a fin”.
«JOSEPHINE», por Sergio Barce
…Tal y como imaginaba, la ducha le había despejado la mente. Todas sus preocupaciones parecían haberse hecho pequeñas, casi inexistentes. Miró los números luminosos en un reloj de pared, sin saetas, sin esfera, sin tictac. Le desagradaba esa modernidad que prescindía de lo esencial. Para Josephine era como si el tiempo hubiera perdido su sonido.
Estas intensas y hermosas líneas pertenecen a la novela Josephine, de Luis Salvago, que ha obtenido el XXVI Premio Tiflos de Novela, y que ha sido editada por Galaxia Gutenberg. Las destaco, porque en ellas se encierra mucho de lo que se cuenta en esta obra: la inexistencia del tiempo o, al menos, la percepción de que no hay tiempo real, la consciencia de que el presente quizá no sea el ahora, de que el pasado haya desaparecido y por ello los relojes no pueden marcar las horas…
…La Legación Americana en Tánger no era más que un edificio fantasma, como lo eran las Galerías Lafayette, como lo era el taller del modisto Apolinar. Ella misma podía ser un fantasma. Un fantasma incapaz de tener recuerdos que no fueran esbozos, trazos, sutilezas….
Y Tánger de por medio. Tánger como un murmullo constante en los oídos de la protagonista, como un asidero a la realidad que, sin embargo, se difumina y se evapora ante sus ojos. Tánger como la ciudad que respira tras los personajes, que los envuelve y que los emborracha.
Luis Salvago es uno de mis escritores españoles favoritos. Desde que leí sus anteriores novelas En el nombre de Padre y Los lugares verdes, de las que escribí también alguna reseña, me fascinó su dominio de la narrativa. Ahora, con Josephine creo que da un paso más, y más arriesgado, porque lo que hace Luis Salvago es plantarse en medio de Tánger, coger La vida perra de Juanita Narboni y hacer malabarismo de ensoñaciones.
Juanita Narboni perdía la cabeza mientras Tánger se apagaba. Josephine cree perder la cordura mientras Tánger la engulle. Juanita Narboni monologaba refugiada en sus recuerdos tangerinos, enfrentándose a la decadencia propia y a la de su ciudad, confundiéndose una con la otra. Mientras que Josephine elucubra sobre sus recuerdos perdidos, arrostrando lo desconocido, buscando una salida a su pérdida de memoria o a su incipiente locura en las calles de un Tánger que ya no reconoce. Es como si Josephine fuese una trasunta de Juanita Narboni pero construida desde el otro lado del espejo.
Tánger, las pinturas de Hopper, Juanita Narboni, la locura, la desmemoria, los falsos recuerdos, una madre dominante y obsesionada con la mala suerte, un padre con un lado oscuro o misterioso, una pareja que está presente y ausente o que quizá no existe y un deseo llamado Mohamed. El deseo como motor de nuestros actos, los recuerdos como tormento. Todos estos elementos los utiliza Luis Salvago para crear un entorno onírico, casi surrealista, ingrávido.
…Si vivía en Tánger era por esa razón, vivir con la sensación de latir al unísono con una ciudad. Ningún otro lugar del mundo, que ella supiera, podía ofrecer algo igual: el discreto vivir de sus habitantes, serenos y orgullosos, tejedores de una historia pequeña, hecha de cabos sueltos, de hilos, de retales arrancados de todos los pasados del mundo.
Para Josephine, Tánger era esa querida que rechazaban los amantes sólo para no perder el placer del deseo. El deseo existe para no colmarlo, para dejarlo pendiente, para tocarlo con los dedos sin alcanzarlo….
Maravillosos estos dos párrafos: el deseo existe para no colmarlo. Luis tiene la capacidad de construir frases sentenciosas, fulgurantes, inapelables. Y en Josephine hilvana extractos de una belleza envidiable.
No busquéis aquí un Tánger real, porque, salvo pinceladas de calles y lugares muy reconocibles, lo que vais a encontrar es una ciudad que sólo existe ya en los recuerdos irreales de Josephine/Narboni. Lo que vais a hallar en estas páginas es una historia vista a través de un cristal translúcido que deforma las figuras, que oculta defectos y deslices, que difumina los sentimientos… Y en algún viejo cabaret de Tánger oiréis mientras tanto la voz de Josephine Baker.
EL TELEGRAFISTA, AMISTAD EN TIEMPOS DE GUERRA
El jurado que otorgó el premio Ateneo de Valladolid a El telegrafista destacó de ella que se trata de “una historia de amistad en un escenario bélico, con frecuentes alusiones a la serie de grabados ‘Los desastres de la guerra’, de Goya; un relato en dos tiempos, perfectamente ensamblados, sobre cómo lo vivido en la infancia permanece a lo largo de la vida. Una historia que respira humanidad, que narra la guerra desde el punto de vista de quien la padece más allá de banderas y circunstancias de tiempo y lugar. Personajes extraordinariamente dibujados, que mueven a la empatía al lector, que no puede permanecer indiferente al relato”.
El telegrafista es la segunda novela de Luis Salvago con trasfondo en la guerra civil española. El autor aclara que no se trata de “una historia de guerra. Es una historia en torno a la amistad entre personas de ideas diferentes, de la relación entre dos amigos cuyas discrepancias se trasladan desde su pequeño mundo en Zaragoza a una guerra. he tratado de mostrar un sentido conciliador en una trama donde hay sitiadores y sitiados, en una situación en la que ambos bandos permanecían sitiados por muchas razones metafóricas”.
EL TELEGRAFISTA, POR Teresa Argiles
El telegrafista es una bella historia que ensalza la amistad en momentos duros de la vida de las personas. El autor hilvana una preciosa historia que encamina a Luis, protagonista, a contarnos en qué punto está la enfermedad que lo encamina a un mal final.
Salvago juega con el tiempo, con el tiempo real en el que está sucediendo la historia y con el tiempo pasado, pero no tan lejano y que le lleva a través de sus compañeros de sufrimiento hospitalario, a relatarnos pasajes, cosas y casos de una guerra, en la que todo es un sinsentido. Luis, desde la cama del hospital, convaleciente y sin cura, va preguntando a sus compañeros de fatiga cosas de su vida y este es el hilo conductor que él tiene para presentarnos a todas las personas que formaron parte de su vida y que de alguna manera se la hicieron más o menos llevadera. Hilvanará desde aquí todos los momentos que después nos narrará, ambientados en una zona sitiada en guerra.
El mutismo de un padre casi ausente, ya que también participó en la derrota de Annual en la guerra del Rif, regresó siendo un padre ausente, aunque presente, herido emocionalmente por lo que vivió. Si bien en todo lo que relata tenemos presente la guerra, la actitud del padre es la que clarifica lo que después vivirá y sentirá el participante en una contienda sangrienta.
La amistad con su amigo, Ezequiel, la relata como una amistad fuerte con las debilidades que se pueden tener en una relación con una persona atormentada, por sus antecedentes, hijo de un militar y de una prostituta. La sinrazón del militar hará que el joven sea una persona atormentada criada por una persona de edad a la que él no reconoce en su vida. La amistad, Luis y Ezequiel no la consideran férrea, pero si lo es, Luis cree que debía haberlo defendido en un cierto momento. Ezequiel no quiere demostrar que lo único sano que tiene en la vida es su amigo, pero los vicios en los que cae por todo lo vivido y lo que está sucediendo lo llevan a ser cruel con todos. El amor para Luis es algo circunstancial que lo saca de lo difícil y bélico del momento. No es un amor de corazón es un amor de necesitar el contacto de la piel de una mujer. De tener algo a lo que aferrarse y que no sea el fusil. La posición de telegrafista no es la misma que muchos combatientes, en la contienda, como subordinado estará Ezequiel con todos sus defectos y virtudes.
Queda constancia que, aunque no sean del mismo bando y no tengan la misma condición moral, saben ayudarse en los momentos difíciles, aunque surgirán aquellos que no tengan piedad de nada ni de nadie. Luis vivirá con resignación sus últimos momentos, la delicadeza de Salvago al describirlos es tierna y sensible.
Luis Salvago
Luis Salvago López, nacido en Valencia en 1964, pero residente en Zaragoza desde hace más de 25 años, es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia. Suboficial del Ejército del Aire español, profesión que le ha permitido viajar y conocer un mundo con otros horizontes. Ha trabajado como intérprete en el hospital de campaña Role 2 en Herāt, formando parte de la misión de seguridad multinacional ISAF en Afganistán. Esa experiencia le llevó a escribir Bârân, novela finalista del Premio Nadal 2018. Sus novelas se cuentan por obtener galardones en importantes premios como Lloverá en septiembre (finalista del premio Azorín 2017), En el nombre de Padre (Premio Vargas Llosa de Novela 2020), al año siguiente ganó el certamen de relato corto Tierra de Monegros por el relato Monegrino. En 2022 publicó Los lugares verdes (Ed. La Huerta Grande). En este 2024 gana dos premios de novela en el espacio de un mes con dos novelas diferentes: por El telegrafista (Menoscuarto Ediciones), obtiene el Premio de Novela Ateneo Ciudad de Valladolid, y por Josephine (Galaxia Gutenberg), obtiene el Premio Tiflos de Novela convocado por la Fundación ONCE.
Dice de sí mismo: “La escritura es para mí creación. Disfruto construyendo historias desde la ficción. La verdad desnuda no interesa a nadie, porque está despojada de referencias. La ficción literaria viste la verdad con metáforas, con imágenes, con sensaciones sugeridas que el simple relato no puede ofrecer”.
@luis_salvago
luisantonio.salvagolopez
www.luissalvago.com
Sergio Barce Gallardo (1961) nace y pasa su infancia en Larache. En su pubertad su familia se instaló en Málaga. Licenciado en Derecho por la UMA, compagina su actividad profesional con la literaria. Es Miembro de Honor de la Asociación de Escritores Marroquíes en Lengua Española. En sus obras hay una presencia constante y profunda de Marruecos. Premio de la Crítica Andaluza de Relatos 2023 por el libro El mirador de los perezosos, cuentos ambientados en Tánger, publicado como la mayoría de sus libros por Ediciones del Genal. Su producción literaria abarca la novela y el relato con obras como La emperatriz de Tánger –finalista del Premio Vargas Llosa 2012 y del Premio de la Crítica de Andalucía–; El libro de las palabras robadas; El laberinto de Max; Una sirena se ahogó en Larache; Malabata; Paseando por el Zoco Chico o Una puerta pintada de azul. Otras obras suyas son En el jardín de las Hespérides, Últimas noticias de Larache y otros cuentos, y Todo acaba en Marcela, su última novela del género policíaco. Barce ganó en 2006 el Primer Premio de Novela Tres Culturas de Murcia con Sombras en sepia (Pre-Textos).
Muy vinculado al cine, es coautor del guion del cortometraje El nadador, dirigido por su hijo Pablo Barce, con el que obtuvo el Premio al Mejor Guion de la 20ª Semana del Cortometraje de Madrid, el Gran Premio del Cap Spartel Film Festival de Tánger y fue Nominado al Mejor Corto de Ficción en los Premios Goya 2020 y ganador del Premio Forqué 2020 al Mejor Corto de Ficción. Este año ha conseguido ya varios galardones por otro corto realizado por su hijo y guionizado por él, Moro. Ambos cortos están basados en cuentos suyos. Colabora habitualmente en la prensa marroquí y en varias revistas literarias.
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