Tras el éxito descomunal de su novela Vengo de ese miedo, que pronto se llevará al cine, el escritor, guionista y crítico de cine malagueño Miguel Ángel Oeste regresa con una nueva novela donde el cine, la memoria, la depresión y la música son parte capital del relato. Se trata de Perro negro (Ed. Tusquets), una historia de amor y fascinación en torno a la figura de un desdichado héroe, el músico inglés Nick Drake que apareció muerto en su cama en 1974 sin disfrutar en absoluto del culto actual que inspira su maravillosa obra y su misteriosa figura. El próximo viernes 16 de febrero (19:00) nos vamos a sumergir en la nueva novela de Oeste y en la figura que la ha inspirado, Nick Drake en una conversación sobre música, mitos, ángeles caídos y melancolía entre el autor y su viejo amigo Héctor Márquez, director de ETP y divulgador musical. Escucharemos fragmentos de esta hermosa novela, canciones de Drake, fragmentos de un poco conocido documental sobre el autor de Pink Moon e historias de cómo la genialidad, la belleza y la depresión están a veces demasiado cercanas. Entrada libre.
SINOPSIS PERRO NEGRO
En 1974, Nick Drake aparecía muerto en la casa de sus padres y pasaba a engrosar el «Club de los Veintisiete», la lista de estrellas desaparecidas antes de tiempo. Tres décadas después, Janet Stone, una de las personas más cercanas a Nick, y marcada por el recuerdo de su amigo, recibe la visita de alguien que tiene un proyecto cinematográfico sobre el músico. Perro negro narra la historia de unos seres subyugados por la muerte prematura de un genio, e indaga en un tema tabú como la enfermedad mental y su invisibilidad. Es también el retrato de una época mítica, vertiginosa, intensa, plagada de conciertos legendarios, happenings y manifestaciones culturales radicales; de una juventud zambullida en la euforia de las drogas, el sexo libre, las fiestas interminables: la era del pop.
***
La luna rosa está en camino
El cielo rojo parece pintado con grafiti. De tanto en tanto, las nubes lo cruzan, desconchones de un mural ambicioso a punto de precipitarse a la tierra para sembrar el desconcierto. El viento se cuela entre las ramas de los árboles para inventar nuevos sonidos. Los olmos mudan las hojas secas, que caen en círculos al suelo mojado. En mi mente, su voz vuelve a sonar por la estancia, una grabación casera como la que le gustaba compartir junto a su madre, aunque ya no escucho sus canciones, solo las imagino. Si aún estuviese convencida de la señal que he aguardado todo este tiempo sin saber con exactitud qué esperaba, pensaría que es el anuncio de una profecía. Pero ya no creo en señales. Las desterré después de fantasear con ellas durante años.
He vivido oculta tras una sombra.
Solo existe la noche y el desvelo.
El insomnio recorre mi cuerpo, lo deteriora, roedores desgastando la memoria. Lo siento en mi carne flácida llena de manchas. La mañana despierta con un azul relajante, pero mis ojos siguen abrasados por el picor y la negrura. Entonces, suena el teléfono y me sobresalto; no sé si es una fantasía del insomnio, si mi cordura deforma lo real, si los pitidos llegan de fuera de mi cuerpo o salen de mi interior para potenciar la locura, el lodo por el que transito desde que el grito de mi hermano se quedó atrapado en mi cabeza. No me muevo, dejo que suene hasta que la llamada se termina; el sonido queda suspendido aún un rato en el aire.
De Perro negro (Miguel Ángel Oeste. Tusquets editores)
RECEPCIÓN CRÍTICA:
De Vengo de ese miedo:
«Su lectura hechiza. Un libro inolvidable.» Mariana Enriquez
«Este libro es una victoria. Respira y se impone al peor dolor.» Miqui Otero
«Impresionante.» Desirée de Fez
«Qué BAR-BA-RI-DAD. Maravilla. Un gran descubrimiento.» Ana Pastor
«Te corta el aliento y te atrapa de la primera a la última página.» Ignacio Martínez de Pisón
«Feroz y brillante.» Marta Sanz
«Por favor, lean este libro.» Sara Mesa
«Qué barbaridad de libro. Gracias por escribirlo.» Laura Ferrero
«Su literatura no se lee, se vive.» Laura Fernández
«Oeste abre los ojos donde los demás preferiríamos cerrarlos.» Juan Gabriel Vásquez
De Perro Negro:
“En el hueco que dejó abierta la biografía de Drake ha levantado Oeste otro libro sobre la destrucción. Si en Vengo de ese miedo el centro del huracán era el dolor inimaginable e inenarrable de una infancia atravesada por la figura punzante y demoledora de un padre funesto, aquí la figura de Drake es también la imagen imperecedera de un dolor dionisíaco solo que convertido en belleza melancólica porque «destruirse es bonito. La única posibilidad de belleza que existe. La única posibilidad de superar el miedo al abandono, a estar juntos, a la pérdida». Y porque, en última instancia, el «dolor nos revela lo que somos. Nos cuenta».
“Yo tenía un perro negro, su nombre era depresión. Si caminas, te sigue; si te despiertas, se despierta contigo, nunca te deja”. Esta frase es del ex primer ministro de Reino Unido Winston Churchill y, desde que la pronunció para dar visibilidad al trastorno mental que padecía, la cultura popular la ha cogido prestada, especialmente en el mundo anglosajón. También el cantante Nick Drake, que en su tema Black Eyed Dog mostró la angustia que sentía poco antes de suicidarse, con tan solo 26 años, por una sobredosis de amitriptilina, un antidepresivo. El músico británico rasga las cuerdas de la guitarra mientras canta: «Un perro de ojos negros llamó a mi puerta, un perro de ojos negros llamó a por más». No resulta extraño entonces que Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1973) haya elegido este título, Perro negro (Tusquets), para su nueva novela, sobre la que, insiste, “habla de Nick Drake pero no es su biografía”.
“Perro negro se sitúa en el reino milenario de lo fantasioso a sabiendas de que «aunque trata de una persona que existió, es una ficción» que fluctúa sabiamente entre acontecimientos verídicos y escenas imaginarias, entre el amor y el desamor, entre la melancolía y la tristeza. Sabrá ver sin duda el lector el modo en que el autor ha querido dar cuenta de una historia convertida en una penitencia, una alegría de vivir que fue la expresión exacta de una tristeza romántica lanzada hacia un futuro alrededor de la figura de Drake, porque hay tanto una memoria personal por recuperar como un presente que viene de un pasado imposible de olvidar. En este libro, como en Vengo de ese miedo, la fuerza del estilo está marcada a fuego por la contención, tan de agradecer en el relato de una época descontenida que el libro también ha sabido dibujar con no poca maestría”.
***
Miguel Ángel Oeste: «En un mundo cada vez más enfermo, tendríamos que hablar más de nuestros problemas»
El escritor malagueño publica ‘Perro negro’, una hermosa ficción de tintes vampíricos en torno a la esquiva figura del músico inglés Nick Drake
Después de sacudir el mundo de las letras españolas con ‘Vengo de ese miedo’, estremecedor relato en primera persona de una devastación familiar, el malagueño Miguel Ángel Oeste (1973) publica ‘Perro negro’ (Tusquets), una hermosa novela sobre la deriva de unos personajes obsesionados con el músico inglés Nick Drake, de cuya prematura muerte se cumple este año el 50 aniversario.
¿Cómo nació ese interés suyo por Nick Drake?
En 1998 o 1999 un amigo me hizo escuchar ‘River man’, y fue como un rayo. Bum. Me pareció una cosa supermoderna y única. Para mí fue una especie de revelación. Su música conecta con ese lugar extraño de la inconsciencia que te hace querer saber más, o al menos en mi caso fue así. Y empecé a buscar sus discos y a rastrear toda la información que pude encontrar sobre él, que tampoco era mucha. Incluso fui a visitar su tumba en Tanworth-in-Arden.
De aquella obsesión nació un primer libro sobre el músico, publicado en 2014.
Entre 2002 y 2005 estuve documentándome, y escribí un libro titulado ‘Far Leys’, que es el nombre de la casa familiar en la que Drake murió a los 26 años. Se publicó en una tirada muy pequeña y lo leyeron tres gatos. Aquel libro tenía un enfoque mucho más biográfico que este [‘Perro negro’]. Ahora lo he reescrito a fondo y la primera parte, por ejemplo, es completamente diferente. Para mí este es un libro nuevo.
La novela revela también una gran fascinación por la escena musical y artística de la Inglaterra de finales de los años 60 y principios de los 70.
Sí, totalmente. Era un momento en el que parecía que la música iba a cambiar el mundo, con un montón de músicos experimentando y produciendo unas cosas alucinantes, mucho más novedosas y rupturistas que las que salen ahora. Y llevando esa experimentación a otros terrenos. Nick Drake estaba ahí, un poco apartado, pero al mismo tiempo participando de toda esa efervescencia. Me parece que aquel era un mundo muy fascinante, muy loco y muy libre; más que el actual, en el que todo es mucho más opaco.
Hoy, desde luego, nadie piensa que la música pueda cambiar el mundo.
Creo que en los años 80 y hasta mediados de los 90 la música estaba aún muy presente en las vidas de la gente y tenía mucho impacto. Eso ahora no lo veo. Es una expresión que habría que reivindicar mucho más, porque nos da muchos momentos de felicidad y también nos ayuda cuando estamos tristes. De las expresiones artísticas, la música es la que más nos toca y de una manera más inmediata. Es la que mejor conecta con tus alegrías, tus ilusiones, tus penas y tus miedos. A mí la música me ha ayudado un montón.
¿Diría que siente una especial predilección por los músicos que tienen un componente trágico en sus vidas o en sus obras?
Bueno, escucho música muy diversa. Es verdad que me gustan Leonard Cohen, Nick Drake, Elliott Smith… y Chet Baker, que me apasiona. Soy un poco oscuro en mis gustos, sí. Pero le tengo apego a la vida y me gustaría vivir muchos años, ¿eh?
¿Los cantautores con problemas atraen a gente con problemas?
Uf… no sé muy bien que responder a eso. A ver, yo tengo un montón de problemas emocionales. Pero problemas tenemos todos. Es bueno asumir que tenemos problemas, y no lo hacemos. La gente cada vez se abre menos y cada vez comparte menos. Hablo de compartir cosas importantes y profundas, no fotos de las vacaciones. El dolor nos revela, el dolor nos explica. En un mundo cada vez más roto, más enfermo, tendríamos que hablar más de nuestros problemas.
Usted ha elegido hacerlo a través la ficción.
Entre otras vías, sí.
¿Escribir sobre una figura como Nick Drake ha sido una manera de alejarse de la confusión entre ficción y autobiografía que suscitó su anterior novela, ‘Vengo de ese miedo’?
Hay gente que dice que en ‘Vengo de ese miedo’ no hay ficción, y eso es una auténtica gilipollez. A lo mejor ese libro tiene más ficción que ‘Perro negro’. ¿Hay cosas ahí que se basan en mi vida? Sí, claro. Y también hay muchas cosas inventadas. Pero una vez que el libro sale, el lector tiene la libertad para interpretarlo como quiera. Yo no me voy a meter. Cuando tú lees un libro, escuchas una canción o ves una película, te llega de una manera u otra en función de los que hayas vivido. Mira, muchas de las cosas que leo sobre mis libros no las comparto, porque yo los escribí con otra intención. Pero es la interpretación de alguien y me parece bien.
Si ‘Vengo de ese miedo’ era una novela de monstruos, ¿puede hablarse de ‘Perro negro’ como una historia de fantasmas?
Sí, tiene esa atmósfera de relato gótico, de drama romántico, y Nick Drake es como alguien que nunca está, una ausencia que condiciona la vida de los demás personajes y les va chupando la energía. En ese sentido, es también una historia de vampiros.
De hecho, el ‘Drácula’ de Bram Stoker es un referente en la estructura narrativa del libro, ¿no?
Absolutamente. Hay tres libros en los que me he fijado especialmente a la hora de escribir este. Uno es ‘Drácula’, que está presente en la estructura y también en los personajes. Otro es ‘El gran Gatsby’, que me parece un libro perfecto, es de los pocos que he releído tres o cuatro veces y con intención. Es también una historia de amores imposibles y comparten ese tono melancólico. Y otro libro importante ha sido ‘Jardines de Kensington’ de Rodrigo Fresán, que es una especie de biografía de James M. Barrie [el autor de ‘Peter Pan’] pero que habla también del Londres de los 60. Esa novela me ayudó mucho a construir el armazón de la mía.
¿Escribía con Nick Drake de fondo?
Para nada. A la hora de escribir, traté de alejarme de él. De hecho, esta vez he escrito sin música. La música de Nick Drake tiene un poder magnético que te atrapa y eso habría sido perjudicial.
Rafael Tapunet (Diario de Mallorca)
***
Miguel Ángel Oeste
Miguel Ángel Oeste (Málaga, 1973) es licenciado en Historia y en Comunicación. Además de varios libros sobre el mundo del cine, ha escrito las novelas Bobby Logan (2011), Arena (Tusquets Editores, 2020, Premio Memorial Silverio Cañada 2021 en la Semana Negra de Gijón) y Vengo de ese miedo (Tusquets Editores, 2022, Premio Finestres 2022 y uno de los libros del año para varios medios). Colabora en El Cultural, Rockdelux, Caimán. Cuadernos de Cine y Fuera de Series. Director y guionista de documentales como Vibraciones, Melillenses o 69 y algo más, forma parte del Comité de Dirección del Festival de Cine de Málaga y de la Semana de Cine de Melilla. Después de la aclamada Vengo de ese miedo, Oeste recupera con Perro negro la historia de un músico de culto cuando se cumplen cincuenta años de su sorpresiva desaparición.
Nicholas Rodney «Nick» Drake (Rangún, Birmania; 19 de junio de 1948-Warwickshire, Inglaterra; 25 de noviembre de 1974) fue un cantautor y músico británico. A pesar de que no tuvo ningún éxito comercial durante su vida, su trabajo es muy apreciado en la actualidad por los críticos y por otros músicos, y es considerado uno de los más grandes artistas del siglo XX. El instrumento principal de Drake fue la guitarra, pero también sabía tocar el piano, el clarinete y el saxofón. Drake firmó un contrato con Island Records cuando tenía veinte años, y en 1969 editó su primer álbum, Five Leaves Left. Editó otros dos discos, Bryter later y Pink Moon pero inicialmente ninguno vendió una cantidad significativa de copias, en parte debido a que Drake rehusaba realizar presentaciones en vivo y entrevistas. Drake luchó contra la depresión y el insomnio durante su vida, hecho que se reflejó en sus letras. Tras completar su tercer álbum, Pink Moon (editado en 1972), dejó de tocar y grabar y se fue a vivir a la casa de sus padres en Warwickshire.
Drake cursó Literatura Inglesa en la Universidad de Cambridge, pero abandonó sus estudios nueve meses antes de terminarlos para dedicarse a su carrera musical. Murió el 25 de noviembre de 1974 a los veintiséis años de edad, como resultado de una sobredosis de antidepresivos que tomaba para poder dormir. No ha podido establecerse si su muerte fue accidental o suicidio. Pasó los últimos años de su vida sumido en una honda depresión, por la que llegó incluso a ser hospitalizado.
Si bien no recibió reconocimiento en vida, en la actualidad es considerado un artista de culto, y ha influido a músicos como Badly Drawn Boy, Robert Smith (de The Cure), Peter Buck (de R.E.M.), Kate Bush, Paul Weller, The Black Crowes, Mikael Åkerfeldt (Opeth) y Claudio Yuraq . En 1985 The Dream Academy llegó a las listas británicas y estadounidenses con «Life in a Northern Town», una canción sobre Drake y dedicada a él. La primera biografía sobre Drake fue escrita en 1997 y al año siguiente se editó un documental llamado A Stranger Among Us. En la actualidad cada mes se suman 3 millones de oyentes a su página de Spotify y más de 70 películas y series han incluido alguna de sus canciones en sus bandas sonoras.
Nick Drake en Spotify