Silvia Hidalgo

Presentación de Nada que decir, premio Tusquets de Novela 2023 en una conversación entre la autora y el escritor Vicente Luis Mora

30/10/2023 - 19:00 - Librería Proteo -
Entrada libre hasta completar el aforo.

Las dos últimas novelas de Silvia Hidalgo, la celebrada Yo, mentira y la última, Nada que decir, ganadora del prestigioso premio Tusquets de Novela de este año, comienzan de manera similar: una mujer conduciendo un coche con su hija pequeña y su marido. Pero en esta última el marido ya es un ex, y ella le deja al cargo de la hija común para lanzarse en la carretera a una cita con un desconocido. Lo demás es literatura de la buena, de la que duele, de la que revela lo oculto, rabiosa, incómoda, verdadera. El próximo lunes 30 de octubre, a las 19:00 acogeremos en El Tercer Piso de Proteo, espacio creado y dirigido por el periodista y gestor cultural Héctor Márquez, la presentación de esta asombrosa novela en una conversación entre Silvia Hidalgo y el también novelista, ensayista, poeta, aforista y crítico literario Vicente Luis Mora. La novela, cuyo estilo descarnado y libérrimo a la hora de hablar de las contradicciones y el deseo femenino han comparado con nombres como Marguerite Duras o Annie Arnaux se presenta como “una historia veraz y lacerante sobre la vivencia del deseo y la pasión, sobre cómo una mujer se sobrepone a la crisis de los cuarenta, la ansiedad por el éxito social, su relación con los hombres, el desencanto del hogar y la atracción por lo prohibido.

NADA QUE DECIR: PREMIO TUSQUETS DE NOVELA 2023

Silvia Hidalgo ya era un nombre marcado en rojo en la agenda de cazatalentos de las próximas celebridades literarias. Con dos novelas anteriores, la primera de aire más juvenil, Dejarse flequillo (Amor de madre, 2016) y Yo, mentira (Tránsito, 2021), donde se revela como una narradora de primer orden, su tercera novela ha llegado ya al lugar donde sólo se encuentran l@s mejores. Ha sido galardonada con el Premio Tusquets de Novela 2023, dotado con 18.000 euros y entregado hace apenas un mes, por un jurado formado por Antonio Orejudo, Bárbara Blasco, Eva Cosculluela, Cristina Araújo y Juan Cerezo.

Las palabras de los miembros del jurado son contundentes: «Una radical propuesta de liberación» (Antonio Orejudo); «Silvia Hidalgo traza con extraordinaria agudeza una radiografía transversal de la mujer contemporánea» (Cristina Araújo); «retrata de una manera brillante y exacta la deriva del amor en estos tiempos postmodernos, con una prosa electrizante, como si nos hubiéramos sumergido bajo las luces de neón en el mejor cine de autor» (Bárbara Blasco) o «una voz afilada que escarba en el deseo, las ambiciones y el desencanto de una mujer que lo tiene todo, una indagación extraordinaria sobre las decepciones que esconden las vidas perfectas» (Eva Cosculluela).

El arranque de la novela, que guarda similitudes con el de su anterior novela, pero dentro de una atmósfera más lynchiana y deformante, es muy cinematográfico, como su escritura: una mujer aguarda en el interior de un coche a que su exmarido recoja a la hija de ambos, que llora en el asiento de atrás. Mientras cae la lluvia y las figuras se desdibujan iluminadas por los intermitentes, ella está pendiente de su móvil y de una cita con un desconocido. Como un animal desorientado y furioso, se deja llevar por su deseo crudo, sin tapujos, en el que la maternidad, la familia, el trabajo ocupan un lugar secundario. Quiere huir de los espejismos de una falsa felicidad, pero se sitúa ante el abismo de una relación enfermiza, desquiciada, con un directivo de la empresa de su exmarido, un «hombre tumor». Nada que decir confirma a Silvia Hidalgo como nuestra Marguerite Duras: escenas turbadoras, emociones inconfesables y una escritura tersa y brillante, que deja zarpazos.

Nada que decir es el deslumbrante retrato psicológico de una mujer enfrentada a sus contradicciones y a la vorágine de la vida moderna, una historia veraz y lacerante sobre la vivencia del deseo y la pasión, sobre cómo se sobrepone a la crisis de los cuarenta, la ansiedad por el éxito social, el desencanto del hogar, la atracción por lo prohibido.

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“No es más que una tarada sentada al volante mirando fijamente el móvil. Todavía es joven, pero ya es alguien que fue otra persona, al menos, una mujer. Ahora solo espera quieta a que pase algo, que la niña deje de llorar detrás, que el padre llegue a recoger a la criatura, que aparezca un mensaje en la pantalla. Algo”.

(Fragmento de Nada que decir)