Sonia Rico

Presentación del libro eJazz - Las mujeres en la orilla izquierda del jazz (Elvo) de la escritora, psicóloga y biblioterapeuta Sonia Rico, en conversación con Héctor Márquez.

Libros cantados

31/03/2023 - 19:00 - Librería Proteo -
Entrada libre hasta completar el aforo.

Existen pocas músicas más amadas por el mundo de la literatura y el cine que el jazz. Una música evolucionada del blues negro afroamericano, de ghettos, sexo y garitos que se elevó como la banda sonora cultural del siglo XX y el símbolo de los marginales. Y dentro de la marginación, otra marginación: la de las mujeres, la mayoría negras, que dedicaron su vida a esta música. Sonia Rico es escritora, psicóloga y biblioterapeuta de Barcelona. En su libro eJazz. Las mujeres en la orilla izquierda del jazz, editado por la editorial malagueña Elvo, ha traído a la luz a través de 12 relatos con ficciones contemporáneas, las biografías de otras tantas mujeres músicas de jazz: Esperanza Spalding, Alice Coltrane, Bessie Smith, Carla Bley, Laurie Frink o Viola Smith, entre ellas. En una conversación entre la autora y Héctor Márquez, presentaremos y escucharemos la música y las palabras de este sugerente libro que huele a alcohol, humo y garito y visualiza el valor de artistas mujeres que han sido silenciadas por la Historia. Será el viernes 31 de marzo, a las 19:00 en El Tercer Piso de Proteo. Entrada libre.

MUJERES EN EL JAZZ. UNA REIVINDICACIÓN LITERARIA Y SONORA

En sólo 12 relatos, la autora pone el foco sobre estas mujeres desconocidas que hicieron mucho por el jazz y de las que se ha hablado poco. Adentrarse en estas páginas recabará sorpresa en el lector, tal y como le pasó a la autora que, aunque escuchó jazz desde niña en casa, no sospechaba que muchas mujeres habían puesto mucho de su tiempo y sus ilusiones en esta música, algunas incluso con escaso reconocimiento. A todas ellas va dedicado este libro, y a las que no están también.

Casi todas las mujeres que la autora nos presenta en estos doce relatos han tenido que pelear duro para que sus compañeros de trío o quinteto las admitieran, para que el público dejara de mirarlas con desconfianza poco después de que empezara el espectáculo, para que les ofrecieran salarios tan buenos como a ellos al cerrar los contratos para sus conciertos. Y, es que el mundo del jazz es un dominio de los hombres y al igual que las mujeres del París de los años XX, que se situaban a la orilla izquierda del Sena, han sido unas incansables trabajadoras para cultivar y deleitarnos, unas con lo literario y otras con la música jazz. El pecado es colectivo, la sociedad no les ha prestado atención ni a aquellas mujeres de Paris como Sylvia Beach o a estas otras en el mundo del jazz, tal y como le ha sucedido a la saxofonista Jane Ira Bloom o la trompetista Laurie Frink. Publicada por ELVO Editorial, una editorial malagueña comandada por Daniel Moscugat y Antonio García Pereyra que nace con vocación independiente, determinada a apoyar a autores comprometidos, consagrados o no, con propuestas atractivas de interés general y que acepten trabajar codo con codo con los autores que conforman nuestro equipo. El equipo de ELVO está compuesto por autores en sus diversas facetas literarias o artísticas. Lo que significa que miran por el autor del mismo modo como lo harían por ellos mismos.

(https://www.elvoeditorial.com/narrativa/ejazz.html)

SINOPSIS

A través de la ficción, la autora explora en 12 relatos el impacto de figuras tales como Jane Ira Bloom, Esperanza Spalding, Laurie Frink, Marian MacPartland, Melba Liston, Carla Bley, Alice Coltrane, Tokisho Akiyoshi o Viola Smith, entre otras. Constituido por doce relatos que de alguna u otra manera están influenciados por un tema musical y una intérprete, el libro es un caleidoscopio de escenarios pequeños, peculiares, cuidados. A través de ellos no solo conocemos personajes imaginados por la autora, sino que viajamos en vinilo junto a algunas de las más interesantes saxofonistas, contrabajistas, trompetistas, pianistas, vocalistas, trombonistas, compositoras, arpistas y bateristas del género. Muchas de ellas incluso desconocidas por la gente que se considera versada en el tema. El gran saxofonista Johnny Griffin dijo alguna vez que «el jazz es música hecha por y para gente que elige sentirse bien a pesar de las condiciones». Un idioma universal, pienso yo, que interpela y emociona a gente de lo más variada, pero también un idioma universal que es utilizado por gente de los más variada.

“La música no repara en género, edad, clase, no hace distinción. El instrumento (la música) no sabe quién lo toca (quién la interpreta), solo sabe cómo. Y me quedo pensando en todas estas mujeres que hicieron y hacen música «a pesar de las condiciones» y que eligen sentirse bien. Ojalá los relatos de Sonia Rico no solo les traigan el placer de una buena lectura, sino que, además, les generen el deseo de expandir su propia playlist”.

Tatiana Goransky

Fragmento de eJazz – Las mujeres en la orilla izquierda del jazz

New York. 2015

«Baby dolls», Smalls

Bessie Smith

Se había tomado las once pastillas que necesitaba para paliar sus dolores. Mandy tenía las articulaciones destrozadas, una afección en el corazón y la habían operado recientemente de cataratas.

Nadie. Ya no había nadie cercano, ningún familiar que pudiera acompañarla en sus ingresos hospitalarios ni en sus visitas médicas y solo Charly, el hijo del vecino del quinto, se apiadaba de ella y le llevaba la compra una vez por semana, ya que era reponedor en un supermercado en New Jersey.

New Jersey. Allí nació ella en 1894, en el mismo año en que falleció Bessie Smith, su ídolo, su cantante negra favorita de blues, a la que había tratado de emular toda su vida en todos los clubes y antros y casas de particulares adinerados que le habían dado de cenar, de comer, regalado un vestido o bien pagado, cuando Mandy tuvo ya renombre suficiente como para atreverse a pedir dinero por ello.

Bessie. Algunas personas le habían dicho que quizás su espíritu se metió dentro de ella cuando su madre la trajo a este mundo. Como si su alma la hubiera poseído y ella, secretamente, pensaba que había sido así, tan cerca, tan profundo sentía todo lo que Bessie había vivido, disfrutado y padecido.

En casa de Arny, un viudo rico de Manhattan que había querido pagarle para que pasara una noche con él, le había esperado la broma picarona del señor en forma de un baby doll para que se lo pusiese para cantar antes de una actuación privada para él y sus amigos. Eso había sido en el 52; y aunque dudó ponérselo o no, al final lo aceptó y cantó esa canción de Bessie, Baby Doll, una y otra vez hasta que vio a Arny masturbarse delante de todos y, asustada, corrió al baño a cambiarse esperando poder salir indemne de aquella situación.

«Bessie piernas largas» era el mote que le habían puesto en algunos círculos musicales de la gran manzana. Fue Richard Collins quien se lo puso cuando la vio cantar en Stardust.

Aquella noche había pedido prestado un vestido de inspiración años veinte a una modista amiga suya que le arregló el pelo y la maquilló excesivamente. Hacía meses que Mandy le daba vueltas a cantar en el Stardust; tantas, tantas veces le habían dicho que de vez en cuando algunos grandes de la industria musical se sentaban de incógnito entre el público esperando a descubrir a una nueva voz. Y tantas veces Mandy lo había evitado aferrándose a esa como la única oportunidad posible que tenía en realidad, la única forma de salir de cantar en sitios llenos de hombres que en realidad solo querían admirar sus piernas largas, su tez blanca, su pelo rubio de algodón. Le daba tanto respeto echar a perder una oportunidad en el Stardust que por eso lo evitaba. ¿Por qué, Dios, por qué me hiciste así, tan llamativa?

(Sonia Rico. La observadora. De eJazz – Las mujeres en la orilla izquierda del jazz).